EL RIO JORDAN HA PERDIDO EL 93% DE SU CAUDAL EN LOS ULTIMOS 50 AÑOS
La ONG Friends of the Earth lidera el proyecto «Buen agua para buena vecindad», un plan en el que ecologistas palestinos e israelíes trabajarán juntos en la recuperación del río fronterizo
La protección del medio ambiente no sólo es un objetivo en sí mismo, sino que también puede facilitar el entendimiento entre pueblos enfrentados por razones políticas e históricas. Es el caso de palestinos e israelíes, que dejando a un lado los avatares de su largísimo proceso de paz, llevan desde el año 2000 trabajando juntos para proteger el patrimonio medioambiental del área del río Jordán.
La iniciativa, que fue debatida la semana pasada en un seminario celebrado en el Parlamento Europeo, está impulsada por la organización Amigos de la Tierra de Oriente Medio y en ella participan organizaciones no gubernamentales palestinas e israelíes junto a sus vecinos jordanos y con el apoyo de instituciones internacionales como la Comisión Europea.
Rumbo a la paz, a través del agua
Aparte de la gran asignatura pendiente que es la paz entre sus habitantes, Oriente Medio afronta dificultades alejadas de la política. Y entre ellas figuran la escasez y la contaminación de los recursos hídricos que padece la zona. Por eso, el proyecto titulado «Buena agua para buena vecindad» persigue el doble objetivo de mejora de la situación del río Jordan, y de paso, facilitar la paz en la región mediante la cooperación entre ambas partes.
Entre las medidas concretas figuran el reciclaje de agua de la lluvia o de la que se utiliza inicialmente para fines diferentes al consumo directo, además de la reflexión sobre posibles medidas para facilitar la limpieza de los ríos.
Según datos ofrecidos por el eurodiputado español de Los Verdes y organizador del seminario sobre esta iniciativa David Hammerstein, en el último medio siglo el caudal del río Jordan se ha reducido de 1.300 millones de metros cúbicos a sólo 100 millones. De estos, más de una quinta parte son en realidad vertidos urbanos e industriales que llegan al río sin ningún tratamiento. El Jordán desemboca en el mar Muerto, que se ha reducido más de un 30 por ciento en las últimas décadas. Esto implica una amenaza evidente para el futuro de su característico ecosistema y pone en peligro la continuidad del turismo.
Un aspecto «importante», asegura Hammerstein, que ha sido estudiado por los participantes en el proyecto con la conclusión de que es necesario fomentar un turismo sostenible y que preste atención a su vertiente cultural.
En definitiva, se trata de trabajar «codo con codo», en palabras del eurodiputado, para afrontar problemas que implican tanto a palestinos como a israelíes, pese a las diferencias que mantienen ambos pueblos. El éxito de la iniciativa, según Hammerstein, queda reflejado en el hecho de que la colaboración entre unos y otros, en lo que respecta a los recursos hídricos que comparten, no se ha visto interrumpida ni siquiera en los momentos más violentos de la segunda Intifada. «Creo que esto demuestra que los pueblos están mucho más cerca que lo que lo están sus gobernantes», resume Hammerstein, que la semana pasada fue el encargado de presentar el seminario con el que se publicitó la iniciativa en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas.
De cara al futuro, el eurodiputado defendió que la cooperación entre ambos pueblos se fomente empleando instrumentos ya existentes en el marco de la UE, como el Proceso Euromed de Barcelona (que agrupa a países europeos y de la cuenca mediterránea) y la Política de Vecindad de la UE.
La protección del medio ambiente no sólo es un objetivo en sí mismo, sino que también puede facilitar el entendimiento entre pueblos enfrentados por razones políticas e históricas. Es el caso de palestinos e israelíes, que dejando a un lado los avatares de su largísimo proceso de paz, llevan desde el año 2000 trabajando juntos para proteger el patrimonio medioambiental del área del río Jordán.
La iniciativa, que fue debatida la semana pasada en un seminario celebrado en el Parlamento Europeo, está impulsada por la organización Amigos de la Tierra de Oriente Medio y en ella participan organizaciones no gubernamentales palestinas e israelíes junto a sus vecinos jordanos y con el apoyo de instituciones internacionales como la Comisión Europea.
Rumbo a la paz, a través del agua
Aparte de la gran asignatura pendiente que es la paz entre sus habitantes, Oriente Medio afronta dificultades alejadas de la política. Y entre ellas figuran la escasez y la contaminación de los recursos hídricos que padece la zona. Por eso, el proyecto titulado «Buena agua para buena vecindad» persigue el doble objetivo de mejora de la situación del río Jordan, y de paso, facilitar la paz en la región mediante la cooperación entre ambas partes.
Entre las medidas concretas figuran el reciclaje de agua de la lluvia o de la que se utiliza inicialmente para fines diferentes al consumo directo, además de la reflexión sobre posibles medidas para facilitar la limpieza de los ríos.
Según datos ofrecidos por el eurodiputado español de Los Verdes y organizador del seminario sobre esta iniciativa David Hammerstein, en el último medio siglo el caudal del río Jordan se ha reducido de 1.300 millones de metros cúbicos a sólo 100 millones. De estos, más de una quinta parte son en realidad vertidos urbanos e industriales que llegan al río sin ningún tratamiento. El Jordán desemboca en el mar Muerto, que se ha reducido más de un 30 por ciento en las últimas décadas. Esto implica una amenaza evidente para el futuro de su característico ecosistema y pone en peligro la continuidad del turismo.
Un aspecto «importante», asegura Hammerstein, que ha sido estudiado por los participantes en el proyecto con la conclusión de que es necesario fomentar un turismo sostenible y que preste atención a su vertiente cultural.
En definitiva, se trata de trabajar «codo con codo», en palabras del eurodiputado, para afrontar problemas que implican tanto a palestinos como a israelíes, pese a las diferencias que mantienen ambos pueblos. El éxito de la iniciativa, según Hammerstein, queda reflejado en el hecho de que la colaboración entre unos y otros, en lo que respecta a los recursos hídricos que comparten, no se ha visto interrumpida ni siquiera en los momentos más violentos de la segunda Intifada. «Creo que esto demuestra que los pueblos están mucho más cerca que lo que lo están sus gobernantes», resume Hammerstein, que la semana pasada fue el encargado de presentar el seminario con el que se publicitó la iniciativa en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas.
De cara al futuro, el eurodiputado defendió que la cooperación entre ambos pueblos se fomente empleando instrumentos ya existentes en el marco de la UE, como el Proceso Euromed de Barcelona (que agrupa a países europeos y de la cuenca mediterránea) y la Política de Vecindad de la UE.
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