GRANADA LA PREVENTIVA
Lo que mola es la prevención. En todo. Temen Los Verdes que el PGOU aprobado en Almuñecar sea el inicio de la conversión de la zona en otra Costa del Sol. Cosa que así, en una primera lectura, no suena mal del todo. Lo malo es que junto a los beneficios que turística y empresarial- mente sugiere tal idea, vendría la parte chunga, es decir, el destrozo medioambiental y, como dice Francisco Garrido, ‘la pérdida de identidad de los municipios’.
Belen Lezama, Diario La Opinion de Granda Es justo lo que uno siente cuando viaja de Marbella a Málaga y no ha querido pagar los cinco euros con treinta que cuesta la autovía de pago. Una autovía rápida, segura y carísima, a la que por cierto deben renunciar los muchísimos trabajadores que se mueven diariamente por la costa, cuando tendrían que ser precisamente ellos los principales usuarios. Sólo ida y vuelta, diez con sesenta imposible. Y una autovía que te quita de la vista un buen tramo de municipios cuyos abigarrados edificios se confunden y entremezclan a un lado y a otro de la carretera, haciendo imposible definir exactamente en tierra de quién están. Pero es que a partir de Benalmádena, donde las vías se unen, la confusión continúa. Hasta que no se otea el aeropuerto, no hay manera de situarse con precisión.
Bueno. Fue una opción y la tomaron. Y la siguen tomando en la misma dirección a juzgar por el ejército de grúas que se vislumbran a lo largo de esos sesenta kilómetros. Lo que uno se pregunta desde aquí, ahora que la costa granadina ha merecido que vuelvan sus ojos hacia ella —se acabaron los pisos de nueve millones: en la actualidad ya cuestan cuarenta—, es si sera tan terriblemente dificil hacer las cosas medio bien. Si existe un termino medio y justo. Si se puede aspirar a una costa de nivel, con campos de golf oferta hotelera y construcciones de calidad, y el suficiente atractivo turístico como para convertir la zona en una fuente de ingresos a la que desde luego tienen derecho si así lo desean.
Es como si todo tuviera que estar por fuerza enfrentado. Blanco o negro. O verde con ruina, o cemento hecho billetes. Cuando uno se da una vuelta por Fuengirola, Benalmaneda, o por cualquier lugar no identificable de la zona, a ser posible, en una tarde de agosto bajo el sol, lo más probable es que sufra un repentino ataque de ansiedad. La circulación colapsada, los miles de paseantes, el tamaño y la cercania de los edificios, las retenciones … en los accesos, cientos de tiendas. restaurantes, discotecas, terrazas,ún monolito te avisa de que estás en Mijas. ¿En Mijas? ¿Pero esto ya es Mijas?
Digo que yo, y mucha gente mas, que ahora que estamos a tiempo —o no?— se puede pensar en la manera de no meter la pata. Motril tiene toda la pinta, el potencial y la intención de convenirse en una gran ciudad. Desde hace años se trabaja en ello Y el resto de la Costa, bastante descuidada hasta el momento, está a tiempo de llegar a ser, cuando menos, algo sensato. Con eso bastaría. Con un poco de sensatez y sentido de la estetica. Y con Los Verdes detrás. Por mucho que molesten a ciertos sectores cual moscas cojoneras, pasen y vean por la Costa del Sol lo que puede llegar a ser el mundo sin ellos.
Belen Lezama, Diario La Opinion de Granda Es justo lo que uno siente cuando viaja de Marbella a Málaga y no ha querido pagar los cinco euros con treinta que cuesta la autovía de pago. Una autovía rápida, segura y carísima, a la que por cierto deben renunciar los muchísimos trabajadores que se mueven diariamente por la costa, cuando tendrían que ser precisamente ellos los principales usuarios. Sólo ida y vuelta, diez con sesenta imposible. Y una autovía que te quita de la vista un buen tramo de municipios cuyos abigarrados edificios se confunden y entremezclan a un lado y a otro de la carretera, haciendo imposible definir exactamente en tierra de quién están. Pero es que a partir de Benalmádena, donde las vías se unen, la confusión continúa. Hasta que no se otea el aeropuerto, no hay manera de situarse con precisión.
Bueno. Fue una opción y la tomaron. Y la siguen tomando en la misma dirección a juzgar por el ejército de grúas que se vislumbran a lo largo de esos sesenta kilómetros. Lo que uno se pregunta desde aquí, ahora que la costa granadina ha merecido que vuelvan sus ojos hacia ella —se acabaron los pisos de nueve millones: en la actualidad ya cuestan cuarenta—, es si sera tan terriblemente dificil hacer las cosas medio bien. Si existe un termino medio y justo. Si se puede aspirar a una costa de nivel, con campos de golf oferta hotelera y construcciones de calidad, y el suficiente atractivo turístico como para convertir la zona en una fuente de ingresos a la que desde luego tienen derecho si así lo desean.
Es como si todo tuviera que estar por fuerza enfrentado. Blanco o negro. O verde con ruina, o cemento hecho billetes. Cuando uno se da una vuelta por Fuengirola, Benalmaneda, o por cualquier lugar no identificable de la zona, a ser posible, en una tarde de agosto bajo el sol, lo más probable es que sufra un repentino ataque de ansiedad. La circulación colapsada, los miles de paseantes, el tamaño y la cercania de los edificios, las retenciones … en los accesos, cientos de tiendas. restaurantes, discotecas, terrazas,ún monolito te avisa de que estás en Mijas. ¿En Mijas? ¿Pero esto ya es Mijas?
Digo que yo, y mucha gente mas, que ahora que estamos a tiempo —o no?— se puede pensar en la manera de no meter la pata. Motril tiene toda la pinta, el potencial y la intención de convenirse en una gran ciudad. Desde hace años se trabaja en ello Y el resto de la Costa, bastante descuidada hasta el momento, está a tiempo de llegar a ser, cuando menos, algo sensato. Con eso bastaría. Con un poco de sensatez y sentido de la estetica. Y con Los Verdes detrás. Por mucho que molesten a ciertos sectores cual moscas cojoneras, pasen y vean por la Costa del Sol lo que puede llegar a ser el mundo sin ellos.
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