MULTITUDINARIA MARCHA NUDISTA EN PAMPLONA CONTRA EL MALTRATO A LOS TOROS
"Queremos la fiesta, pero no que maten a los toros", decía un joven francés
Hace cuatro años, un grupo de extranjeros sorprendió a Pamplona corriendo desnudos por sus calles en vísperas de San Fermín para reclamar la supresión de los encierros tradicionales. Era una acción reivindicativa organizada por el colectivo Personas por la Ética en el Trato a los Animales (PETA) y sólo reunió a unas 25 personas, mayoritariamente franceses, estadounidenses y alemanes. Ayer, más de 700 personas se unieron bajo el lema "Parad las corridas sangrientas", y, esta vez a paso muy lento, transitaron durante más de 50 minutos por las calles de la ciudad que, a partir de mañana, los toros y los mozos recorrerán en apenas tres minutos.
"Nos hemos reunido más de 700 personas, cuando empezamos sólo 25 y el año pasado éramos 300", explicaba William R. Rivas, un estadounidense que coordina las movilizaciones de PETA. "Entonces todos procedíamos del extranjero y hoy hay un grupo muy numeroso de pamploneses que nos ha acompañado", subrayaba satisfecho.
Para evitar las protestas de la primera convocatoria, cuando muchos ciudadanos se indignaron debido a la desnudez de los manifestantes, desde el año pasado se exige que vayan mínimamente vestidos o, por lo menos, que cubran sus partes pudendas. Los activistas cumplieron los requisitos y pasearon más o menos desnudos ante miles de personas que esperaban el acontecimiento como una previa festiva al chupinazo de hoy. "No hace falta maltratar y asesinar a los animales para que se celebren las fiestas", reivindicaba Antonio Rodríguez, venido expresamente desde Cataluña para participara en la protesta.
También había aragoneses, madrileños o riojanos entre los convocados por PETA y otras asociaciones contra el maltrato animal que promueven la protesta, pero los gritos seguían sonando con un fuerte acento guiri. Incluso había autobuses fletados desde Alemania, Francia e Italia. "Toros sí, toreros no", gritaba Cirille, un joven francés, sin llegar a marcar las erres. "Queremos la fiesta de San Fermín, pero no que maten a los toros salvajemente".
Mientras la marcha daba comienzo, los pamploneses tomaban posiciones en los vallados ya dispuestos para el encierro y no perdían ojo de los escasamente vestidos manifestantes. También la Policía Nacional hizo acto de presencia y arropó la cabeza de la marcha con efectivos antidisturbios, que no tuvieron que intervenir.
Pese a que el comienzo de la reivindicación estaba marcado para la una de la tarde, desde las once se observaba una gran expectación en la cuesta de Santo Domingo, punto de arranque tanto para los encierros de toros como para el de ayer. "Para no acabar con el encierro, nosotros abogamos por el encierro humano, que nos parece mucho más justo", proponía William R. Rivas. Sin embargo, y pese al crecimiento exponencial de manifestantes y público, no parece que en Pamplona vayan a aceptar el trueque. La curiosidad y el morbo eran los únicos alicientes para acercarse al Casco Antiguo de Pamplona. "Si nos quitan los encierros y los toros, ¿en qué se queda San Fermín?", argumentaba Luis Biurrun, un veterano pamplonés.
La marcha concluyó en los apenas 50 metros del callejón de la plaza. Bien apretados y con la colaboración de un grupo de percusionistas cubanos venidos expresamente para dar ritmo a la protesta, los manifestantes esperaron hasta las tres de la tarde para poner fin a su particular encierro. Mañana les toca a los astados de Santiago Domecq.
FUENTE: EL PAÍS
Hace cuatro años, un grupo de extranjeros sorprendió a Pamplona corriendo desnudos por sus calles en vísperas de San Fermín para reclamar la supresión de los encierros tradicionales. Era una acción reivindicativa organizada por el colectivo Personas por la Ética en el Trato a los Animales (PETA) y sólo reunió a unas 25 personas, mayoritariamente franceses, estadounidenses y alemanes. Ayer, más de 700 personas se unieron bajo el lema "Parad las corridas sangrientas", y, esta vez a paso muy lento, transitaron durante más de 50 minutos por las calles de la ciudad que, a partir de mañana, los toros y los mozos recorrerán en apenas tres minutos.
"Nos hemos reunido más de 700 personas, cuando empezamos sólo 25 y el año pasado éramos 300", explicaba William R. Rivas, un estadounidense que coordina las movilizaciones de PETA. "Entonces todos procedíamos del extranjero y hoy hay un grupo muy numeroso de pamploneses que nos ha acompañado", subrayaba satisfecho.
Para evitar las protestas de la primera convocatoria, cuando muchos ciudadanos se indignaron debido a la desnudez de los manifestantes, desde el año pasado se exige que vayan mínimamente vestidos o, por lo menos, que cubran sus partes pudendas. Los activistas cumplieron los requisitos y pasearon más o menos desnudos ante miles de personas que esperaban el acontecimiento como una previa festiva al chupinazo de hoy. "No hace falta maltratar y asesinar a los animales para que se celebren las fiestas", reivindicaba Antonio Rodríguez, venido expresamente desde Cataluña para participara en la protesta.
También había aragoneses, madrileños o riojanos entre los convocados por PETA y otras asociaciones contra el maltrato animal que promueven la protesta, pero los gritos seguían sonando con un fuerte acento guiri. Incluso había autobuses fletados desde Alemania, Francia e Italia. "Toros sí, toreros no", gritaba Cirille, un joven francés, sin llegar a marcar las erres. "Queremos la fiesta de San Fermín, pero no que maten a los toros salvajemente".
Mientras la marcha daba comienzo, los pamploneses tomaban posiciones en los vallados ya dispuestos para el encierro y no perdían ojo de los escasamente vestidos manifestantes. También la Policía Nacional hizo acto de presencia y arropó la cabeza de la marcha con efectivos antidisturbios, que no tuvieron que intervenir.
Pese a que el comienzo de la reivindicación estaba marcado para la una de la tarde, desde las once se observaba una gran expectación en la cuesta de Santo Domingo, punto de arranque tanto para los encierros de toros como para el de ayer. "Para no acabar con el encierro, nosotros abogamos por el encierro humano, que nos parece mucho más justo", proponía William R. Rivas. Sin embargo, y pese al crecimiento exponencial de manifestantes y público, no parece que en Pamplona vayan a aceptar el trueque. La curiosidad y el morbo eran los únicos alicientes para acercarse al Casco Antiguo de Pamplona. "Si nos quitan los encierros y los toros, ¿en qué se queda San Fermín?", argumentaba Luis Biurrun, un veterano pamplonés.
La marcha concluyó en los apenas 50 metros del callejón de la plaza. Bien apretados y con la colaboración de un grupo de percusionistas cubanos venidos expresamente para dar ritmo a la protesta, los manifestantes esperaron hasta las tres de la tarde para poner fin a su particular encierro. Mañana les toca a los astados de Santiago Domecq.
FUENTE: EL PAÍS
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