¡AGUA!
La Organización de Naciones Unidas afirma que cuatro mil niños mueren al año por falta de agua mientras que mil millones de personas se ven afectadas por su carencia y cerca de dos mil quinientos millones por su contaminación. Los españoles gastamos cerca de 200 litros diarios de agua y, según la ONU, bastaría con sólo 70 litros. Cada vez que nos duchamos gastamos 100 litros. La cisterna necesita alrededor de 15 litros cada vez que se usa y los electrodomésticos consumen la mayor parte del agua que se gasta en los hogares. El Ministerio de Medio Ambiente avisa que en los próximos cuarenta años va a llover menos, lo que provocará una reducción media de los recursos hídricos del 17 por ciento. Si seguimos consumiendo a este ritmo, los datos con los que cuenta Naciones Unidas se van a disparar.
Desde septiembre de 2004 ha llovido menos de lo normal y está siendo el período más seco desde 1947, según el Instituto Nacional de Meteorología. La Cuenca del Tajo, al igual que el resto del suelo peninsular, es muy sensible a las sequías. Éstas se caracterizan porque, como consecuencia de una falta prolongada de precipitaciones significativas, se acaban las reservas de agua y se ponen en peligro el mantenimiento de aquellos usos que de ella dependen. Los 14 embalses con los que cuenta Madrid se encuentran al 58 por ciento de su capacidad, y a día de hoy, la Comunidad está haciendo uso de su acuífero subterráneo con un almacenamiento de tres billones de litros.
Madrid y su lucha por almacenar agua
Fueron los árabes los que iniciaron una red de galerías subterráneas que drenaban las aguas superficiales hasta dentro del castillo, que fue el origen de la ciudad de Madrid y que estaba situado casi en el lugar que años después ocuparía el Palacio de Oriente. Al comienzo de la historia de la capital bastaba un pozo de pocos metros para disponer de agua suficiente para el abastecimiento de los madrileños. Con el transcurso del tiempo se fueron excavando galerías por el subsuelo de la zona, con el fin de ir recogiendo las aguas filtradas y distribuirlas a su destino en distintas fuentes. A medida que la población iba creciendo lo fue haciendo también la red de galerías y así se construyeron los denominados "viajes de agua", que dieron suministro a fuentes públicas hasta bien entrado el siglo XX. Fue la época de la conocida Fuente del Berro, de la que se suministraba el agua, llevada a lomos de borricos, a la misma Casa Real por preferir esta agua a cualquier otra, incluso cuando residían en Aranjuez, El Escorial o La Granja. Hoy, esta red de "viajes de agua" está abandonada o incorporada a la red de saneamiento de la capital. Antaño, estas galerías conducían 3.600 metros cúbicos de agua diarios, lo que para una población de 50.000 habitantes, suponía una dotación de 72 litros diarios por persona. Hasta mediados del siglo XVIII, el abastecimiento a los domicilios particulares corría a cargo de los propios vecinos o de sus servidores. Sólo algunos palacios y conventos tenían fuentes o pozos. Al crecer la población, surgió el oficio de "aguador", personas dedicadas a servir el agua a domicilio, cobrando 2´32 pesetas el transporte del metro cúbico. A mediados del siglo XIX, la capital contaba con 77 fuentes públicas, en las que se instalaron 128 caños para llenar las cubas de los 950 aguadores, que repartían al día algo más de dos mil metros cúbicos de agua. Fue en 1848 cuando se aprobó la memoria de un proyecto provisional para el abastecimiento a Madrid con aguas del río Lozoya. En la actualidad siguen funcionando parte de las instalaciones originales. Tres años después, en 1851, siendo reina de España Isabel II, se realizaron la ejecución de los trabajos a través de un canal derivado del río Lozoya, que llevaría el nombre de "Canal de Isabel II" en honor a la soberana, verdadera promotora del proyecto. La primera piedra fue colocada el 11 de agosto de 1851. Siete años más tarde tuvo lugar la inauguración oficial de la llegada de las aguas a Madrid: recorre 77 kilómetros con un caudal de 4 metros cúbicos por segundo. Con la llegada del Canal quedaron muy pocos aguadores, dedicados sólo a subir el agua a los pisos superiores de los barrios altos, donde no alcanzaba la presión de la red. Desaparecieron definitivamente en 1912. Con la llegada de las aguas del río Lozoya, también pasaron a la historia las fuentes de la capital teniendo, desde ese momento, una utilidad ornamental. En la actualidad, el Canal de Isabel II es una empresa hidráulica de gestión pública, dependiente de la Comunidad de Madrid desde 1984.
Los embalses de Madrid
Los embalses del Canal de Isabel II se distribuyen en el área de la Sierra de la Comunidad de Madrid. Son un total de 14 embalses y cuatro presas, con una capacidad total embalsada de más de 1.000 hectómetros cúbicos, si bien tan sólo los cinco que se encuentran en la cuenca del río Lozoya suman casi las dos terceras partes de la capacidad total de acopio de agua en la región. Los otros embalses recogen aguas de los ríos Jarama, Guadalix, Guadarrama, Manzanares, Aulencia y Alberche. El más antiguo es el de El Villar, de 1879. Fue el principal suministro de Madrid por muchos años, suponiendo además una verdadera innovación técnica en su tiempo. Durante el resto de la primera parte del siglo XX hasta la guerra civil se iniciaron las obras de la presa de Puentes Viejas, pero la actividad fue lenta y quedó detenida con la contienda civil. Tras la posguerra y con la ya famosa "pertinaz sequía" de Franco, se iniciaron una serie de obras imprescindibles para abastecer a la población madrileña. La presa de El Vado sobre el Jarama, de Riosequillo, Pinilla y El Atazar sobre el Lozoya, de Valmayor sobre el Aulencia, Navacerrada sobre el Samburiel, Manzanares el Real sobre el río del mismo nombre y Pedrezuela sobre el Guadalix, entre otros. Hoy en día el Canal de Isabel II permite el abastecimiento a un total de 170 municipios de los 179 que cuenta la Comunidad, además de otros pueblos de la Cuenca del Tajo. Según Ecologistas en Acción el volumen de recurso que se suele obtener es bastante mayor a la capacidad de los embalses, encontrándonos con unos recursos hídricos disponibles situados en torno a los 800 hectómetros cúbicos anuales. Para los ecologistas, Madrid no necesita más embalses porque sus recursos hídricos están por encima del consumo anual. Desde 1995, los madrileños consumimos un 20 por ciento más de agua con un incremento poblacional del 12 por ciento.
La Cuenca Hidrográfica del Tajo
La organización territorial de la administración pública del agua en España, está vertebrada en las denominadas cuencas hidrográficas de los principales ríos que drenan el territorio. Existen doce cuencas hidrográficas peninsulares además de las propias de las islas Baleares y Canarias, que gestionan la totalidad del territorio (505.000 km2) para una población aproximada de 40 millones de habitantes. Madrid pertenece a la Cuenca del Tajo constituida inicialmente en 1953. La población de la cuenca esta distribuida en 1.006 municipios pertenecientes a nueve provincias con competencia de gestionar el servicio de suministro domiciliario. Para mejorar su gestión, los municipios suelen agruparse en mancomunidades. En la Cuenca del Tajo han adquirido un gran desarrollo estas entidades supramunicipales hasta el punto de que, actualmente, la población abastecida de la cuenca a través de estos sistemas integrados es del 95 por ciento del total. La diferencia entre las cuencas españolas es notable. Los territorios de la cornisa Cantábrica son los que tienen mayor abundancia de agua. La menor escorrentía de España se produce en la Cuenca del Segura, llegando a ser veinte veces inferior a la de Galicia y cinco veces inferior a la media nacional. Según el Libro Blanco del Agua en España, nuestro país es el más árido de toda Europa. La Comisión Nacional del Clima prevé una ligera disminución de las precipitaciones medias anuales y un aumento de las temperaturas, lo que daría lugar a una disminución de la escorrentía total. La Cuenca del Guadiana, el valle del Ebro, el Sudeste peninsular y los archipiélagos serían las áreas donde el impacto sobre los recursos se manifestaría más severamente, precisamente aquéllas donde ya se presentan los mayores problemas hídricos.
Las infraestructuras hidráulicas
El número de presas en servicio actualmente en España supera el millar, con una capacidad de almacenamiento próxima a los 54.000 hectómetros cúbicos. Hasta 1955 se sostuvo un ritmo de crecimiento de unas cuatro presas anuales, pasando de las cerca de 60 existentes a comienzos de siglo hasta unas 270 en 1950. A partir de este año, y hasta hoy, el ritmo se acelera considerablemente, según el documento elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente, llegando a ejecutarse una media de 20 presas anuales. En la zona noroccidental del país se han construido embalses para generar energía de propiedad no estatal, mientras que en la zona más meridional, de recursos más escasos, el predominio ha correspondido a los embalses de propiedad estatal, para riegos y defensas. El valor actual del patrimonio hidráulico del Estado se estima en cinco billones de pesetas. Estas cifras proporcionan una idea del esfuerzo presupuestario que debe requerir la correcta conservación y mantenimiento de este importante patrimonio hidráulico. Pero la legislación dedica escasa atención a la modernización de infraestructuras, por lo que las previsiones relativas a su financiación son mínimas. Aproximadamente la mitad de las presas españolas tiene más de 40 años y algunos embalses datan de la época de los romanos. Su edad media es de 50 años y muchas de ellas ya ha cumplido con creces los 60. Se calcula que de aquí a tres años el Ministerio de Medio Ambiente debería invertir del orden del 40 por ciento de su presupuesto tan sólo en mantenimiento y conservación de infraestructuras. No se trata de construir más sino de conservar en perfecto estado lo que se tiene. Los recursos hídricos subterráneos son otra alternativa y su explotación ha de ser tenida en cuenta. En Madrid existen 77 pozos de los que se echa mano en época de sequía cuando los pantanos amenazan con vaciarse, lo que se esta produciendo en este momento.
Mientras tanto, lo que está en manos de los madrileños y de los españoles en general es ahorrar agua. Regar los parques y jardines de la Comunidad supone aproximadamente el 10 por ciento del consumo total. Si este riego se hiciera en su totalidad con agua reciclada (hoy sólo se reutiliza el 0´5 por ciento de lo que se consume) nos estaríamos ahorrando una cifra considerable de agua potable, alrededor de 50 hectómetros cúbicos anuales, según Ecologistas en Acción. Hay que incrementar las inversiones para reducir las pérdidas en las redes de distribución, más de 150 litros diarios se perdieron por fugas o averías de las conducciones, cifra no escandalosa según los ecologistas. Los precios del agua podrían incrementarse para evitar el derroche. En España mil litros de agua cuestan 0´43 euros; en Alemania, el país más caro de la UE, se paga 1´44 euros. Si tenemos en cuenta que se estima que la población de la Comunidad de Madrid ascienda a 10 millones de habitantes en el presente siglo, todas las campañas de sensibilización sobre el ahorro de agua son pocas. Haya sequía o no, las políticas hidráulicas del Gobierno regional deberían ir encaminadas en este sentido.
FUENTE:SIERRAMADRID
Desde septiembre de 2004 ha llovido menos de lo normal y está siendo el período más seco desde 1947, según el Instituto Nacional de Meteorología. La Cuenca del Tajo, al igual que el resto del suelo peninsular, es muy sensible a las sequías. Éstas se caracterizan porque, como consecuencia de una falta prolongada de precipitaciones significativas, se acaban las reservas de agua y se ponen en peligro el mantenimiento de aquellos usos que de ella dependen. Los 14 embalses con los que cuenta Madrid se encuentran al 58 por ciento de su capacidad, y a día de hoy, la Comunidad está haciendo uso de su acuífero subterráneo con un almacenamiento de tres billones de litros.
Madrid y su lucha por almacenar agua
Fueron los árabes los que iniciaron una red de galerías subterráneas que drenaban las aguas superficiales hasta dentro del castillo, que fue el origen de la ciudad de Madrid y que estaba situado casi en el lugar que años después ocuparía el Palacio de Oriente. Al comienzo de la historia de la capital bastaba un pozo de pocos metros para disponer de agua suficiente para el abastecimiento de los madrileños. Con el transcurso del tiempo se fueron excavando galerías por el subsuelo de la zona, con el fin de ir recogiendo las aguas filtradas y distribuirlas a su destino en distintas fuentes. A medida que la población iba creciendo lo fue haciendo también la red de galerías y así se construyeron los denominados "viajes de agua", que dieron suministro a fuentes públicas hasta bien entrado el siglo XX. Fue la época de la conocida Fuente del Berro, de la que se suministraba el agua, llevada a lomos de borricos, a la misma Casa Real por preferir esta agua a cualquier otra, incluso cuando residían en Aranjuez, El Escorial o La Granja. Hoy, esta red de "viajes de agua" está abandonada o incorporada a la red de saneamiento de la capital. Antaño, estas galerías conducían 3.600 metros cúbicos de agua diarios, lo que para una población de 50.000 habitantes, suponía una dotación de 72 litros diarios por persona. Hasta mediados del siglo XVIII, el abastecimiento a los domicilios particulares corría a cargo de los propios vecinos o de sus servidores. Sólo algunos palacios y conventos tenían fuentes o pozos. Al crecer la población, surgió el oficio de "aguador", personas dedicadas a servir el agua a domicilio, cobrando 2´32 pesetas el transporte del metro cúbico. A mediados del siglo XIX, la capital contaba con 77 fuentes públicas, en las que se instalaron 128 caños para llenar las cubas de los 950 aguadores, que repartían al día algo más de dos mil metros cúbicos de agua. Fue en 1848 cuando se aprobó la memoria de un proyecto provisional para el abastecimiento a Madrid con aguas del río Lozoya. En la actualidad siguen funcionando parte de las instalaciones originales. Tres años después, en 1851, siendo reina de España Isabel II, se realizaron la ejecución de los trabajos a través de un canal derivado del río Lozoya, que llevaría el nombre de "Canal de Isabel II" en honor a la soberana, verdadera promotora del proyecto. La primera piedra fue colocada el 11 de agosto de 1851. Siete años más tarde tuvo lugar la inauguración oficial de la llegada de las aguas a Madrid: recorre 77 kilómetros con un caudal de 4 metros cúbicos por segundo. Con la llegada del Canal quedaron muy pocos aguadores, dedicados sólo a subir el agua a los pisos superiores de los barrios altos, donde no alcanzaba la presión de la red. Desaparecieron definitivamente en 1912. Con la llegada de las aguas del río Lozoya, también pasaron a la historia las fuentes de la capital teniendo, desde ese momento, una utilidad ornamental. En la actualidad, el Canal de Isabel II es una empresa hidráulica de gestión pública, dependiente de la Comunidad de Madrid desde 1984.
Los embalses de Madrid
Los embalses del Canal de Isabel II se distribuyen en el área de la Sierra de la Comunidad de Madrid. Son un total de 14 embalses y cuatro presas, con una capacidad total embalsada de más de 1.000 hectómetros cúbicos, si bien tan sólo los cinco que se encuentran en la cuenca del río Lozoya suman casi las dos terceras partes de la capacidad total de acopio de agua en la región. Los otros embalses recogen aguas de los ríos Jarama, Guadalix, Guadarrama, Manzanares, Aulencia y Alberche. El más antiguo es el de El Villar, de 1879. Fue el principal suministro de Madrid por muchos años, suponiendo además una verdadera innovación técnica en su tiempo. Durante el resto de la primera parte del siglo XX hasta la guerra civil se iniciaron las obras de la presa de Puentes Viejas, pero la actividad fue lenta y quedó detenida con la contienda civil. Tras la posguerra y con la ya famosa "pertinaz sequía" de Franco, se iniciaron una serie de obras imprescindibles para abastecer a la población madrileña. La presa de El Vado sobre el Jarama, de Riosequillo, Pinilla y El Atazar sobre el Lozoya, de Valmayor sobre el Aulencia, Navacerrada sobre el Samburiel, Manzanares el Real sobre el río del mismo nombre y Pedrezuela sobre el Guadalix, entre otros. Hoy en día el Canal de Isabel II permite el abastecimiento a un total de 170 municipios de los 179 que cuenta la Comunidad, además de otros pueblos de la Cuenca del Tajo. Según Ecologistas en Acción el volumen de recurso que se suele obtener es bastante mayor a la capacidad de los embalses, encontrándonos con unos recursos hídricos disponibles situados en torno a los 800 hectómetros cúbicos anuales. Para los ecologistas, Madrid no necesita más embalses porque sus recursos hídricos están por encima del consumo anual. Desde 1995, los madrileños consumimos un 20 por ciento más de agua con un incremento poblacional del 12 por ciento.
La Cuenca Hidrográfica del Tajo
La organización territorial de la administración pública del agua en España, está vertebrada en las denominadas cuencas hidrográficas de los principales ríos que drenan el territorio. Existen doce cuencas hidrográficas peninsulares además de las propias de las islas Baleares y Canarias, que gestionan la totalidad del territorio (505.000 km2) para una población aproximada de 40 millones de habitantes. Madrid pertenece a la Cuenca del Tajo constituida inicialmente en 1953. La población de la cuenca esta distribuida en 1.006 municipios pertenecientes a nueve provincias con competencia de gestionar el servicio de suministro domiciliario. Para mejorar su gestión, los municipios suelen agruparse en mancomunidades. En la Cuenca del Tajo han adquirido un gran desarrollo estas entidades supramunicipales hasta el punto de que, actualmente, la población abastecida de la cuenca a través de estos sistemas integrados es del 95 por ciento del total. La diferencia entre las cuencas españolas es notable. Los territorios de la cornisa Cantábrica son los que tienen mayor abundancia de agua. La menor escorrentía de España se produce en la Cuenca del Segura, llegando a ser veinte veces inferior a la de Galicia y cinco veces inferior a la media nacional. Según el Libro Blanco del Agua en España, nuestro país es el más árido de toda Europa. La Comisión Nacional del Clima prevé una ligera disminución de las precipitaciones medias anuales y un aumento de las temperaturas, lo que daría lugar a una disminución de la escorrentía total. La Cuenca del Guadiana, el valle del Ebro, el Sudeste peninsular y los archipiélagos serían las áreas donde el impacto sobre los recursos se manifestaría más severamente, precisamente aquéllas donde ya se presentan los mayores problemas hídricos.
Las infraestructuras hidráulicas
El número de presas en servicio actualmente en España supera el millar, con una capacidad de almacenamiento próxima a los 54.000 hectómetros cúbicos. Hasta 1955 se sostuvo un ritmo de crecimiento de unas cuatro presas anuales, pasando de las cerca de 60 existentes a comienzos de siglo hasta unas 270 en 1950. A partir de este año, y hasta hoy, el ritmo se acelera considerablemente, según el documento elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente, llegando a ejecutarse una media de 20 presas anuales. En la zona noroccidental del país se han construido embalses para generar energía de propiedad no estatal, mientras que en la zona más meridional, de recursos más escasos, el predominio ha correspondido a los embalses de propiedad estatal, para riegos y defensas. El valor actual del patrimonio hidráulico del Estado se estima en cinco billones de pesetas. Estas cifras proporcionan una idea del esfuerzo presupuestario que debe requerir la correcta conservación y mantenimiento de este importante patrimonio hidráulico. Pero la legislación dedica escasa atención a la modernización de infraestructuras, por lo que las previsiones relativas a su financiación son mínimas. Aproximadamente la mitad de las presas españolas tiene más de 40 años y algunos embalses datan de la época de los romanos. Su edad media es de 50 años y muchas de ellas ya ha cumplido con creces los 60. Se calcula que de aquí a tres años el Ministerio de Medio Ambiente debería invertir del orden del 40 por ciento de su presupuesto tan sólo en mantenimiento y conservación de infraestructuras. No se trata de construir más sino de conservar en perfecto estado lo que se tiene. Los recursos hídricos subterráneos son otra alternativa y su explotación ha de ser tenida en cuenta. En Madrid existen 77 pozos de los que se echa mano en época de sequía cuando los pantanos amenazan con vaciarse, lo que se esta produciendo en este momento.
Mientras tanto, lo que está en manos de los madrileños y de los españoles en general es ahorrar agua. Regar los parques y jardines de la Comunidad supone aproximadamente el 10 por ciento del consumo total. Si este riego se hiciera en su totalidad con agua reciclada (hoy sólo se reutiliza el 0´5 por ciento de lo que se consume) nos estaríamos ahorrando una cifra considerable de agua potable, alrededor de 50 hectómetros cúbicos anuales, según Ecologistas en Acción. Hay que incrementar las inversiones para reducir las pérdidas en las redes de distribución, más de 150 litros diarios se perdieron por fugas o averías de las conducciones, cifra no escandalosa según los ecologistas. Los precios del agua podrían incrementarse para evitar el derroche. En España mil litros de agua cuestan 0´43 euros; en Alemania, el país más caro de la UE, se paga 1´44 euros. Si tenemos en cuenta que se estima que la población de la Comunidad de Madrid ascienda a 10 millones de habitantes en el presente siglo, todas las campañas de sensibilización sobre el ahorro de agua son pocas. Haya sequía o no, las políticas hidráulicas del Gobierno regional deberían ir encaminadas en este sentido.
FUENTE:SIERRAMADRID
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