JEAN O\'LEARY, DE MONJA CRISTIANA A LESBIANA MILITANTE...
El movimiento de liberación gay de EEUU ha perdido a una de sus más significativas líderes, Jean O'Leary, que falleció de cáncer el 4 de junio en Los Ángeles a los 57 años. O'Leary fue miembro de una banda de rock, después monja y finalmente activista lesbiana.
En el libro 'Lesbian Nuns: Breaking Silence' ('Monjas lesbianas: rompiendo el silencio'), una colección de testimonios de religiosas y ex religiosas lesbianas compilada por R. Curb y N. Manahan (Nueva York, 1986), O'Leary cuenta cómo fue durante sus cinco años de vida conventual como religiosa de la congregación de las Hermanas de la Humildad de María cuando decidió hacer frente a su realidad como mujer de orientación lésbica.
Cuando informó a sus superioras de que era lesbiana, para su sorpresa, se limitaron a decirle simplemente que se tendría que esforzar por vivir el celibato, sin darle más importancia al asunto. Corrían otros aires. Eran finales de los años 60.
Pese a todo, en 1971 O'Leary decidió dejar el convento, y se trasladó a Nueva York a estudiar y trabajar. Y allí, en medio de la efusión activista inmediatamente posterior a la sublevación gay de Stonewall, y a través de un gay con quien compartía piso, descubrió lo que sería su vocación vital: la lucha por los derechos de lesbianas y gays.
En sus primeros años como activista, O'Leary se rebeló contra la marginación de que era objeto la mujer lesbiana en el incipiente movimiento de liberación gay. En este asunto se radicalizó hasta el punto de abogar por la ruptura política entre gays y lesbianas. Y a tal ruptura se llegó finalmente como resultado de un célebre desacuerdo sobre quién debería preparar el café para las reuniones de la Alianza de Activistas Gays. O'Leary impulsó una nueva organización, Liberación Feminista Lesbiana. La separación se prolongaría a lo largo de unos cinco años (en España, la separación entre gays y lesbianas se produjo entre principios y mediados de los años 80).
El lesbianismo radical que representaba O'Leary también rechazó la presencia de 'drag queens' en las manifestaciones del Orgullo Gay, llegándose incluso a un fuerte encontronazo público en la manifestación de Nueva York de 1973. Las lesbianas feministas de aquel momento veían al 'drag queen' como una construcción machista, una caricaturización de la mujer como puro objeto comercial. Años después, O'Leary confesaba sentirse abochornada por aquellas actitudes tan radicales.
El gran momento de O'Leary, por lo que será más recordada, llegó en marzo de 1977, cuando, gracias a sus gestiones, un grupo de representantes del movimiento gay y lésbico fueron recibidos y escuchados en la Casa Blanca, siendo presidente Jimmy Carter. En la reunión se discutieron las principales demandas de gays y lesbianas en aquel entonces. Quien conozca la historia del movimiento gay estadounidense entenderá la gran relevancia de dicho acontecimiento. Además de eso, O'Leary influyó decisivamente para que el partido demócrata tuviese delegados homosexuales en sus convenciones.
Desde hacía 12 años, Jean O'Leary vivía con su pareja Lisa Phelps, y con su hija.
FUENTE:JUAN A. HERRERO BRASAS
En el libro 'Lesbian Nuns: Breaking Silence' ('Monjas lesbianas: rompiendo el silencio'), una colección de testimonios de religiosas y ex religiosas lesbianas compilada por R. Curb y N. Manahan (Nueva York, 1986), O'Leary cuenta cómo fue durante sus cinco años de vida conventual como religiosa de la congregación de las Hermanas de la Humildad de María cuando decidió hacer frente a su realidad como mujer de orientación lésbica.
Cuando informó a sus superioras de que era lesbiana, para su sorpresa, se limitaron a decirle simplemente que se tendría que esforzar por vivir el celibato, sin darle más importancia al asunto. Corrían otros aires. Eran finales de los años 60.
Pese a todo, en 1971 O'Leary decidió dejar el convento, y se trasladó a Nueva York a estudiar y trabajar. Y allí, en medio de la efusión activista inmediatamente posterior a la sublevación gay de Stonewall, y a través de un gay con quien compartía piso, descubrió lo que sería su vocación vital: la lucha por los derechos de lesbianas y gays.
En sus primeros años como activista, O'Leary se rebeló contra la marginación de que era objeto la mujer lesbiana en el incipiente movimiento de liberación gay. En este asunto se radicalizó hasta el punto de abogar por la ruptura política entre gays y lesbianas. Y a tal ruptura se llegó finalmente como resultado de un célebre desacuerdo sobre quién debería preparar el café para las reuniones de la Alianza de Activistas Gays. O'Leary impulsó una nueva organización, Liberación Feminista Lesbiana. La separación se prolongaría a lo largo de unos cinco años (en España, la separación entre gays y lesbianas se produjo entre principios y mediados de los años 80).
El lesbianismo radical que representaba O'Leary también rechazó la presencia de 'drag queens' en las manifestaciones del Orgullo Gay, llegándose incluso a un fuerte encontronazo público en la manifestación de Nueva York de 1973. Las lesbianas feministas de aquel momento veían al 'drag queen' como una construcción machista, una caricaturización de la mujer como puro objeto comercial. Años después, O'Leary confesaba sentirse abochornada por aquellas actitudes tan radicales.
El gran momento de O'Leary, por lo que será más recordada, llegó en marzo de 1977, cuando, gracias a sus gestiones, un grupo de representantes del movimiento gay y lésbico fueron recibidos y escuchados en la Casa Blanca, siendo presidente Jimmy Carter. En la reunión se discutieron las principales demandas de gays y lesbianas en aquel entonces. Quien conozca la historia del movimiento gay estadounidense entenderá la gran relevancia de dicho acontecimiento. Además de eso, O'Leary influyó decisivamente para que el partido demócrata tuviese delegados homosexuales en sus convenciones.
Desde hacía 12 años, Jean O'Leary vivía con su pareja Lisa Phelps, y con su hija.
FUENTE:JUAN A. HERRERO BRASAS
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