ECOLOGISTAS BRASILEÑOS ADVIERTEN A LOS PRODUCTORES DE SOJA DE QUE PAVIMENTAR CARRETERAS ACABARA CON LA AMAZONIA
ONG ecologistas brasileñas como el Instituto de Investigación Ambiental para el Amazonas (IPAM) han advertido de que los proyectos de construcción y pavimentación de accesos, caminos y carreteras a las zonas selváticas de la Amazonía en los próximos tres años "arruinará y acabará con este espacio natural", mientras que estos productores consideran que será "una mina de oro".
Según informa el Boletín del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las ONG han expresado sus temores a que estos proyectos aceleren la deforestación de la selva. El IPAM recuerda que alrededor del 70 por ciento de la deforestación se produce en las áreas ubicadas en un radio de unos 50 kilómetros a cada lado de una carretera importante.
Concretamente, el gobierno brasileño prevé pavimentar en 2006 los 1.570 kilómetros de la carretera denominada "BR 163" que une Cuiabá, la capital del Estado de Matto Grosso, en el centrooeste del país y cerca de la frontera con Bolivia, con el aislado puerto de Santarem del río Amazonas, en el norte. El proyecto tendría un coste de 415 millones de dólares (unos 340 millones de euros).
La mayor parte de esta carretera, aún hoy de tierra y construida por los militares en 1973 como parte de un plan para abrir el mayor bosque tropical del mundo a la economía nacional, se convierte en un mar de lodo durante la temporada de lluvias.
Mato Grosso es el mayor Estado productor de soja y este proyecto se traducirá en un gran aumento de las exportaciones. En efecto, una carretera que se pueda usar en cualquier ambiente climático reduciría el tiempo de viaje de los camiones a la terminal exportadora de la compañía Cargill en Santarem a unas tres horas y media, frente a las nueve horas que se emplean actualmente.
El Gobierno del presidente Luis Ignacio "Lula" da Silva, espera tener lista la licencia de obra para la pavimentación de este acceso para el próximo mes de octubre y comenzar la construcción al final de la temporada de lluvias, en junio de 2006.
Los ecologistas advierten de otros peligros además de la deforestación de la selva una vez que esta "megaautopista" se lleve a cabo: la acción de "invasores de tierras", terratenientes, madereros y productores ilegales de soja u otros cultivos.
AISLADOS
Muchos propietarios de tierras que llegaron atraídos por ofertas de tierras y dinero efectuadas por el Gobierno hace 30 años se sienten ahora "atrapados" en la selva y están "impacientes" por que comience la pavimentación, denunciando que los hospitales, las escuelas y los accesos y caminos prometidos no se han construido en todos estos años.
"Hemos sufrido este aislamiento durante muchos años", dicen, "tenemos el derecho a una vida mejor", apunta el presidente de la Unión de Trabajadores Ruráles de Rurópolis, Altair Pedro Martini, que vive y trabaja en un cruce de caminos de la "BR 163", a unos 220 kilómetros al sur de Santarem.
En su opinión, la pavimentación abriría un corredor exportador hacia el norte para la soja, el corazón de las ventas agrícolas al exterior de Brasil, aliviando los congestionados puertos del sur.
Las exportaciones de soja aportaron a Brasil 10.000 millones de dólares en 2004 (más de 8.000 millones de euros al cambio actual) y el país, recuerda, "pronto superará a Estados Unidos como exportador número uno".
Cerca de la mitad de los alrededor de 20 millones de personas que se encuentran en la región de la Amazonia viven hoy por debajo del umbral de pobreza; según el IPAM, sin embargo, los ecologistas temen que el proyecto de pavimentación aumente la violencia, la prostitución y las enfermedades, al producirse una nueva ola de colonos que lucharán por la tierra. Predicen que la desigualdad social empeorará con el desalojo de pequeños agricultores.
Los beneficios económicos son claros para el coordinador técnico de la "BR 163" del Ministerio de Transporte, José Maria da Cunha, que coincide en la idea de que el proyecto reducirá los costes de transporte en cerca de un tercio y reducirá a cinco días el viaje de Manaos, capital del Estado de Amazonas, hasta Sao Paulo, a cerca de la mitad del tiempo actual.
FUENTE: EUROPA PRESS
Según informa el Boletín del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las ONG han expresado sus temores a que estos proyectos aceleren la deforestación de la selva. El IPAM recuerda que alrededor del 70 por ciento de la deforestación se produce en las áreas ubicadas en un radio de unos 50 kilómetros a cada lado de una carretera importante.
Concretamente, el gobierno brasileño prevé pavimentar en 2006 los 1.570 kilómetros de la carretera denominada "BR 163" que une Cuiabá, la capital del Estado de Matto Grosso, en el centrooeste del país y cerca de la frontera con Bolivia, con el aislado puerto de Santarem del río Amazonas, en el norte. El proyecto tendría un coste de 415 millones de dólares (unos 340 millones de euros).
La mayor parte de esta carretera, aún hoy de tierra y construida por los militares en 1973 como parte de un plan para abrir el mayor bosque tropical del mundo a la economía nacional, se convierte en un mar de lodo durante la temporada de lluvias.
Mato Grosso es el mayor Estado productor de soja y este proyecto se traducirá en un gran aumento de las exportaciones. En efecto, una carretera que se pueda usar en cualquier ambiente climático reduciría el tiempo de viaje de los camiones a la terminal exportadora de la compañía Cargill en Santarem a unas tres horas y media, frente a las nueve horas que se emplean actualmente.
El Gobierno del presidente Luis Ignacio "Lula" da Silva, espera tener lista la licencia de obra para la pavimentación de este acceso para el próximo mes de octubre y comenzar la construcción al final de la temporada de lluvias, en junio de 2006.
Los ecologistas advierten de otros peligros además de la deforestación de la selva una vez que esta "megaautopista" se lleve a cabo: la acción de "invasores de tierras", terratenientes, madereros y productores ilegales de soja u otros cultivos.
AISLADOS
Muchos propietarios de tierras que llegaron atraídos por ofertas de tierras y dinero efectuadas por el Gobierno hace 30 años se sienten ahora "atrapados" en la selva y están "impacientes" por que comience la pavimentación, denunciando que los hospitales, las escuelas y los accesos y caminos prometidos no se han construido en todos estos años.
"Hemos sufrido este aislamiento durante muchos años", dicen, "tenemos el derecho a una vida mejor", apunta el presidente de la Unión de Trabajadores Ruráles de Rurópolis, Altair Pedro Martini, que vive y trabaja en un cruce de caminos de la "BR 163", a unos 220 kilómetros al sur de Santarem.
En su opinión, la pavimentación abriría un corredor exportador hacia el norte para la soja, el corazón de las ventas agrícolas al exterior de Brasil, aliviando los congestionados puertos del sur.
Las exportaciones de soja aportaron a Brasil 10.000 millones de dólares en 2004 (más de 8.000 millones de euros al cambio actual) y el país, recuerda, "pronto superará a Estados Unidos como exportador número uno".
Cerca de la mitad de los alrededor de 20 millones de personas que se encuentran en la región de la Amazonia viven hoy por debajo del umbral de pobreza; según el IPAM, sin embargo, los ecologistas temen que el proyecto de pavimentación aumente la violencia, la prostitución y las enfermedades, al producirse una nueva ola de colonos que lucharán por la tierra. Predicen que la desigualdad social empeorará con el desalojo de pequeños agricultores.
Los beneficios económicos son claros para el coordinador técnico de la "BR 163" del Ministerio de Transporte, José Maria da Cunha, que coincide en la idea de que el proyecto reducirá los costes de transporte en cerca de un tercio y reducirá a cinco días el viaje de Manaos, capital del Estado de Amazonas, hasta Sao Paulo, a cerca de la mitad del tiempo actual.
FUENTE: EUROPA PRESS
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