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LOS VERDES DE COLLADO VILLALBA "EQUO COLLADO VILLALBA"

COMER CARNE ¿ES SOSTENIBLE?

COMER CARNE ¿ES SOSTENIBLE? COMER CARNE ¿ES SOSTENIBLE?
La producción y el consumo de carne afecta a la estabilidad del clima,
a los
bosques, al agua potable y a nuestra salud.

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social.
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Artículo publicado en la Revista World Watch nº 22
http://www.nodo50.org/worldwatch/
http://www.nodo50.org/worldwatch/ww/pdf/Carnes.pdf

Carne: Salvar su vida y el mundo

Nos guste o no, comer carne es un problema para todos en el planeta.

Edición y traducción: José Santamarta

Pregunte si comer carne es un asunto de preocupación pública y verá que
la
mayoría de las personas quedan sorprendidas. Comer o no carne (o
cuánta) es
un tema privado, dirán. Tal vez tiene algunas implicancias para su
corazón,
especialmente si usted tiene sobrepeso. Pero no es un tema público
prominente que se espere que aborden los candidatos a la presidencia o
al
Congreso, como el terrorismo, la economía, la guerra, o el “medio
ambiente”.
Incluso si usted es uno de los pocos que reconocen que comer carne
tiene
importantes implicaciones ambientales, éstas pueden parecer
relativamente
pequeñas. Sí, ha habido informes sobre la tala del bosque tropical para
complacer a los terratenientes, y las praderas nativas están siendo
destruidas por la ganadería. Pero hasta hace poco, pocos ecologistas
han
sugerido que comer carne tenga la misma importancia que los asuntos que
abordan Amazon Watch, Conservation International, o Greenpeace.
Sin embargo, a medida que avanzan las ciencias ambientales, es cada vez
más
evidente que el apetito humano de carne animal agrava la mayoría de los
problemas ambientales, como la deforestación, la erosión, la escasez de
agua
potable, la contaminación atmosférica y del agua, el cambio climático,
la
pérdida de biodiversidad, la injusticia social, la desestabilización de
las
comunidades y la extensión de las enfermedades.
¿Cómo es que un tema aparentemente pequeño como el consumo individual
de
carne ha pasado tan rápidamente de los márgenes de la discusión sobre
la
sostenibilidad al centro del debate? En primer lugar, porque el consumo
de
carne per cápita se ha más que duplicado en el último medio siglo, a
pesar
del aumento de la población mundial. Por consiguiente, la demanda de
carne
se ha multiplicado por cinco. Lo que ha aumentando la presión sobre la
disponibilidad de agua, tierras, pastos, fertilizantes, energía, la
capacidad de tratamiento de residuos (nitratos), y la mayor parte de
los
limitados recursos del planeta.
Para proporcionar una visión general de la importancia del desafío de
un
asunto antes marginal, decidimos analizar la relevancia del consumo de
carne
con cada uno de los más importantes impactos ambientales que
convencionalmente se piensa que son críticos para la sostenibilidad de
la
civilización. Un breve análisis de cada tema se acompaña por las citas
de
importantes autores, algunos de los cuales ofrecen recomendaciones
sobre
cómo abordar un tema tan difícil, pues no todos a quienes les gustan
las
chuletas de cerdo o las costillas van a cambiarse al tofu sin
resistencia.

La deforestación fue el primer daño ambiental importante causado por el
desarrollo de la civilización. Grandes superficies de bosque fueron
taladas
para dedicarlas a la agricultura, que incluía la domesticación tanto de
plantas comestibles como animales. Los animales domésticos requieren
mucha
más superficie que los cultivos para producir la misma cantidad de
calorías,
pero eso no importó realmente durante los 10 mil años en los que
siempre
hubo más tierras a descubrir o expropiar. En 1990, sin embargo, el
programa
de hambre en el mundo de la Brown University calculó que los cultivos
mundiales, si fueran distribuidos equitativamente y sin destinar un
porcentaje importante al ganado, podrían suministrar una dieta
vegetariana a
6.000 millones de personas, mientras que una dieta abundante en carne,
como
la de los habitantes de los países ricos, podía alimentar tan sólo a
2.600
millones. En otras palabras, con una población actual de 6.400
millones, eso
querría decir que ya padecemos un déficit de tierras, agravado por la
sobreexplotación pesquera de los océanos, que están siendo rápidamente
esquilmados. A corto plazo la única manera de alimentar a toda la
población
mundial, si continuamos comiendo carne en el mismo porcentaje o si la
población mundial continúa creciendo al ritmo previsto (8.900 millones
en
2050), es talar más bosque. Desde ahora, la cuestión de si obtenemos
nuestras proteínas y calorías de animales o plantas tiene implicaciones
directas sobre la cantidad de bosque restante que tenemos que arrasar.

En Centroamérica, el 40 por ciento de las selvas tropicales han sido
taladas o quemadas en los pasados 40 años, principalmente para pastos
de
ganado vacuno para el mercado de exportación, a menudo para carne de
las
hamburguesas de EE UU. La carne es demasiado cara para los pobres en
los
países exportadores de carne, pero sin embargo en muchos casos los
pastos
del ganado vacuno han sustituido a formas de agricultura tradicional
muy
productiva.
—John Revington en World Rainforest Report

Los informes del Center for Internacional Forestry Research señalan
que el rápido crecimiento en las ventas de carne de res brasileña, ha
acelerado la destrucción de la selva tropical de la Amazonia. “Están
destruyendo la Amazonia para producir carne para hamburguesas”, según
el
director general del centro, David Kaimowitz.
—Environmental News Service

La destrucción de praderas se aceleró con la expansión de las manadas
de
animales domesticados, y el medio ambiente en el que vivían los
animales
salvajes como bisontes y antílopes fue pisoteado y replantado con
monocultivos de plantas forrajeras para el ganado vacuno. En una
revisión de
Richard Manning del libro de 1995 Grassland: The History, Biology,
Politics,
and Promise of the American Prairie de James Risser, ganador del Premio
Pulitzer, éste observó: “Muchos experimentan angustia ante la tala de
los
restos de bosque autóctono, para su sustitución por monocultivos de una
sola
especie. Pero pocos perciben, según Manning, que un campo de trigo
dorado es
la misma cosa, un monocultivo que ha sustituido a lo que una vez fue
una
pradera rica y diversa en especies”.

Las praderas fue el mayor ecosistema de Norteamérica; ningún otro
ecosistema ha sufrido una pérdida tan enorme de vida.
—Richard Manning en Grassland

Otra solución [a la destrucción de las praderas en África] sería
sustituir el ganado vacuno por especies autóctonas. Los antílopes, a
diferencia del ganado vacuno, están adaptados a las regiones
semiáridas. No
necesitan caminar diariamente a los abrevaderos y por tanto causan
menos
pisoteo y compactación de la tierra…. El estiércol de los antílopes son
pequeñas bolas secas, que conservan su nitrógeno y fertilizan la tierra
eficientemente. Las vacas, por el contrario, producen grandes
excrementos
planos y húmedos, que se calientan y pierden rápidamente gran parte de
su
nitrógeno (en forma de amoníaco). Una granja experimental en Kenia tuvo
un
gran éxito económico, a la vez que restauró el ecosistema de la
pradera.
—Paul R Ehrlich, Anne H Ehrlich y Gretchen C Daily en The
Stork & The Plow

El agua dulce, de la misma manera que la tierra, parecía inagotable
durante
los primeros 10 milenios de la civilización. Así que parece no importar
cuánta agua consume una vaca. Pero hace algunos años, los expertos
calcularon que los seres humanos consumimos la mitad del agua dulce
disponible en el planeta, dejando la otra mitad a dividir entre un
millón o
más especies. Debido a que dependemos de muchas de esas especies para
nuestra propia supervivencia (suministran todo el alimento que comemos
y el
oxígeno que respiramos, entre otros servicios), ese acaparamiento del
agua
plantea un dilema. Si lo analizamos en detalle, especie por especie,
descubrimos que el uso del agua más importante se debe a los animales
que
criamos para carne. Una de las maneras más fáciles para reducir la
demanda
de agua es consumir menos carne.

La dieta usual de una persona en Estados Unidos requiere 16.000
litros de agua por día (para dar de beber a los animales, irrigar los
cultivos, procesar, lavar y cocinar, entre otros usos). Una persona con
una
dieta vegetariana requiere solamente 1.100 litros diarios.
—Richard H Schwartz en Judaism and Vegetarianism

Un informe del Instituto Internacional de Gestión del Agua, tras
señalar que 840 millones de personas en el mundo sufren desnutrición,
recomienda producir más alimentos con menos agua. El informe destaca
que se
requieren 550 litros de agua para producir suficiente harina para una
ración
de pan en los países en desarrollo… pero hasta 7.000 litros de agua
para
producir 100 gramos de carne de res.
—Comisión de la ONU sobre Desarrollo Sostenible, "Agua—Más
nutrición por la misma cantidad de agua", 2004

Si se ducha una vez al día, y cada ducha dura un promedio de siete
minutos,
a razón de 8 litros por minuto, usará 19.300 litros al año para
ducharse
todos los días. Cuando compara esa cifra, con la cantidad que la
Fundación
para la Educación del Agua calcula que se usa en la producción de cada
kilo
de carne de res (20.515 litros), se dará cuenta de algo extraordinario.
Hoy
usted podría ahorrar más agua no comiendo un kilo de carne que dejando
de
ducharse durante un año completo.
—John Robbins en La Revolución de la Alimentación:
cómo su dieta puede ayudar a salvar su vida y el mundo

El vertido de residuos, de la misma manera que la oferta de agua,
parecía
que no tenía límites. Siempre había nuevos lugares donde arrojar la
basura,
y durante siglos la mayor parte de los deshechos se descompusieron
convenientemente o desaparecieron de la vista. Igual que no nos
preocupó
cuánta agua consumía una vaca, tampoco cuánto excretó. Pero hoy, los
residuos de nuestros colosales establos superan la capacidad de
absorción
del planeta. Los ríos que llevan residuos ganaderos vierten tal
cantidad de
nitrógeno en bahías y golfos que ya han contaminado grandes áreas del
mundo
marino. La manera más fácil de reducir la cantidad de residuos que
lleva el
Mississippí, ocasionando la muerte del Golfo de México, es comer menos
carne, reduciendo el tamaño de los rebaños río arriba, en Iowa o
Missouri.

Las enormes granjas de ganado, que pueden alojar a cientos de miles
de cerdos, pollos, o vacas, producen cantidades inmensas de residuos. A
decir verdad, en Estados Unidos, estas “Fábricas de Ganado” generan 130
veces más residuos que toda la población.
—Natural Resources Defense Council

Según la Agencia de Protección Ambiental de EE UU, los residuos
ganaderos
han contaminado más de 40.000 kilómetros de ríos y las aguas
subterráneas en
docenas de estados.
—Natural Resources Defense Council

Los nutrientes de los residuos ganaderos provocan las floraciones de
algas, que consumen el oxígeno del agua, contribuyendo a crear una
“zona
muerta” en el Golfo de México donde no hay suficientemente oxígeno para
permitir la vida acuática. La zona muerta afectó a más de 20.000
kilómetros
cuadrados durante el verano de 1999.
—Natural Resources Defense Council

El consumo de energía, hasta hace muy poco, parecía un asunto de los
frigoríficos, que nada tenía que ver con la carne y la leche de su
interior.
Pero cuando prestamos más atención al análisis del ciclo de vida de los
objetos que compramos, es evidente que el viaje del filete hasta llegar
a
nuestra nevera consumió cantidades sorprendentes de energía. Podemos
empezar
el ciclo con el cultivo de los cereales para alimentar al ganado
vacuno, que
requiere grandes cantidades de productos químicos agrícolas derivados
del
petróleo. Posteriormente hay que añadir el combustible requerido para
transportar el ganado vacuno a los mataderos, y desde allí a los
mercados.
Hoy, la mayor parte de la carne consumida recorre miles de kilómetros.
Y
luego, después de ser congelada o puesta en el frigorífico, tiene que
ser
cocinada.

Se requieren 8,3 litros de gasolina para producir un kilo de carne
de res alimentada con pienso en Estados Unidos. Parte de la energía se
consumió en el establo, o en el transporte y almacenamiento
frigorífico,
pero la mayor parte se fue en fertilizantes del maíz y la soja del
pienso
con el que se alimentan las cabezas de ganado. El consumo medio anual
de
carne de res de una familia estadounidense de cuatro personas requiere
983
litros de petróleo.
—“Carne igual a guerra”, web de Salvar la Tierra, Humboldt, California

Por término medio, se requieren 28 calorías de energía de combustibles
fósiles para producir 1 caloría de proteína de carne para el consumo
humano,
[mientras que] hacen falta solamente 3,3 calorías de energía de
combustibles
fósiles para producir 1 caloría de proteína de cereales para el consumo
humano.
—David Pimentel, Cornell University

La transición de la agricultura mundial, desde cereales para
alimentos a cereales para pienso, representa una nueva forma de maldad
humana, con consecuencias posiblemente mayores y más prolongadas en el
tiempo que cualquiera de las malas acciones anteriores infligidas por
los
hombres contra sus semejantes. Hoy, más del 70 por ciento de los
cereales y
la soja producidas en Estados Unidos se destina a la alimentación del
ganado, en su mayor parte para el ganado vacuno.
—Jeremy Rifkin, Los Angeles Times, 27 mayo de 2002

[Alimentar con cereales a los animales es] muy ineficiente, y un uso
absurdo de los recursos.
—Vaclav Smil, Universidad de Manitoba

El calentamiento del planeta se debe al consumo de energía, en la
medida en
que las principales fuentes de energía contienen carbono que, al
quemarse,
emiten dióxido de carbono y otros gases contaminantes. Como ya se
señaló, la
producción y la comercialización de la carne requieren el consumo de
gran
cantidad de tales combustibles. Pero el ganado también emite
directamente
gases de invernadero, como un subproducto de la digestión. El ganado
vacuno
emite importantes cantidades de metano, un potente gas de invernadero.
El
grupo ecologista Salvar la Tierra recomienda una reducción importante
en la
actual población mundial de ganado vacuno, que asciende a 1.300
millones de
cabezas.

Una tonelada de metano, el principal gas de invernadero emitido por
la ganadería, tiene un potencial de calentamiento del planeta de 23
toneladas de dióxido de carbono por cada tonelada de metano. Una vaca
lechera produce aproximadamente 75 kilogramos de metano al año,
equivalentes
a más de 1,5 toneladas de dióxido de carbono. La vaca, por supuesto, lo
hace
de forma natural. Pero las personas tienden a olvidar, parece, que la
ganadería es una industria. Talamos la tierra, plantamos las plantas
forrajeras y alimentamos el ganado de forma industrial. Es una empresa
humana, no natural. Somos muy eficientes, y por ello las
concentraciones
atmosféricas de metano han aumentado en un 150 por ciento respecto a
hace
250 años, mientras que las concentraciones de dióxido de carbono
crecieron
un 30 por ciento.
—Pete Hodgson, Ministro de Nueva Zelanda de Energía,
Ciencias y Pesca

Hay una estrecha relación entre la dieta humana y las emisiones de
metano de la ganadería. Al crecer o disminuir el consumo de carne de
res,
también aumentará o se reducirá el número de cabezas, y las emisiones
de
metano relacionadas. América Latina registra las mayores emisiones de
metano
per cápita, atribuibles principalmente a las grandes poblaciones de
ganado
vacuno de los países exportadores de carne, como Brasil y Argentina.
—Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Unidad de
Cambio
Climático

Las flatulencias del ganado emiten el 16 por ciento del metano, un
potente gas de invernadero.
—Brian Halweil y Danielle Nierenberg en La Situación del Mundo 2004

Combata el cambio climático del planeta con su cuchillo y su
tenedor.
—Artículo de Elysa Hammond en Sustainablebusiness.com

La producción de alimentos de las tierras de cultivo, crece menos que
la
población. Cuando Paul Ehrlich advirtió hace tres décadas que “cientos
de
millones" de personas morirían de hambre, probablemente exageró, por
ahora.
(Solo murieron de hambre decenas de millones). La revolución verde, una
inyección de fertilizantes y técnicas de fabricación en serie,
incrementó
los rendimientos de las cosechas, y retrasó la escasez. Eso, combinado
con
una utilización más intensiva de las tierras cultivables a través de la
irrigación y el uso masivo de fertilizantes y plaguicidas químicos
basados
en los combustibles fósiles, nos permitió guardar el paso más o menos
con el
crecimiento de la población durante otra generación. Otra ganancia
adicional, pero muy pequeña y con consecuencias impredecibles, puede
venir
de la ingeniería genética. La estabilización de la población no se
producirá
antes de otro medio siglo, y sólo nos queda una alternativa importante:
reducir drásticamente el consumo de carne, porque la conversión de los
terrenos de pastos para cultivos de alimentos incrementará la cantidad
de
alimentos producida. (Algunos argumentan que los pastos usan las
tierras
inútiles para los cultivos, y en estas áreas el ganado puede continuar
teniendo un papel, pero grandes áreas de tierras cultivables se
destinan
para que el ganado vacuno se alimente y las destruya).

Digamos que tenemos 20.000 kcal [kilocalorías] de maíz. Supongamos
que las destinamos a alimentar el ganado vacuno (como hacemos con
aproximadamente el 70 por ciento de los cereales y la soja producidos
en EE
UU). La vaca producirá 2.000 kcal de energía utilizable a partir de
esas
20.000 kcal de maíz (asumiendo una eficiencia del 10%). Esas 2.000 kcal
de
carne de res alimentarían a una persona durante un día, asumiendo una
dieta
de 2.000, que es común en EE UU. Si en su lugar comieran directamente
las
20.000 kcal de maíz, en vez de a través de la vaca, podríamos alimentar
a
muchas más personas con la misma cantidad de tierra cultivada; no
necesariamente 10 veces más, porque no somos tan eficientes como el
ganado
vacuno en la transformación de la energía del maíz, pero
considerablemente
más que la única persona que podría alimentarse si el maíz pasa primero
a
través de la vaca.
[Por eso], podríamos alimentar a mucha más población con la misma
cantidad
de tierras cultivadas si descendemos en la cadena alimenticia, si
comiéramos
a productores primarios en lugar de herbívoros (maíz en lugar de
carne). O
podríamos alimentar al mismo número de personas que en la actualidad,
pero
con menos degradación ambiental porque no necesitaríamos tener tantas
tierras en cultivo.
—Patricia Muir, Oregon State University

Mientras 22,4 millones de hectáreas de tierras en EE UU se destinan
a pastos para el ganado, sólo 1,6 millones de hectáreas se dedican al
cultivo de verduras y hortalizas para el consumo humano directo.
—Departamento de Comercio de EE UU, Censo Agrario

Las enfermedades transmisibles no se desplazan de un lugar a otro por

solas; tiene que haber un vector de transmisión, ya sea agua sucia, la
sangre infectada de ratas o insectos, o la carne contaminada. La
globalización ha incrementado la movilidad de todos estos medios, y una
consecuencia es que los brotes que en los últimos siglos podían
contenerse
dentro de una ciudad o país, ahora se difunden rápidamente por todo el
mundo. Cuando se detectó un caso de la enfermedad de las vacas locas en
Estados Unidos en 2004, se descubrió que partes de esa vaca se habían
distribuido a una docena de estados federales diferentes. El problema
de
contener los brotes en un sistema de distribución mundial se ven
agravados
por el uso de instalaciones de fabricación en serie que dependen de
antibióticos en vez de la limpieza más costosa de las instalaciones,
para
evitar la infección y la enfermedad. Al aumentar la resistencia a los
antibióticos en todo el mundo, las enfermedades se ven cada vez más
libres
de obstáculos. Algunos de los brotes más peligrosos provienen del cada
vez
mayor comercio ilegal de carne de bosques tropicales, en los que las
enfermedades afectaban a los primates, como el VIH (SIDA), que en el
pasado
pudo quedar confinado en las selvas lejanas, y que ahora se extienden
por un
mercado internacional sin regulaciones ni controles.

Un informe del Departamento de Agricultura de EE UU estima que el 89
por ciento de la carne picada de las hamburguesas contiene vestigios
del
mortífero E. coli.
—Agencia Reuters

Los residuos animales contienen agentes patógenos que causan
enfermedades, como la Salmonella, E. coli, Cryptosporidium, y
coniformes
fecales, que pueden estar de 10 a 100 veces más concentrados que en las
heces humanas. Más de 40 enfermedades pueden ser transferidas a los
seres
humanos a través del estiércol.
—Natural Resources Defense Council

Según la Organización Mundial de la Salud, se produjeron más de 85
muertes humanas de al menos 95 casos de ébola en la lejana región de
Cuvette-Ouest en el Congo. El posible brote se produjo a raíz de la
muerte
de gorilas. Las pruebas de sus cuerpos confirmaron la causa de la
muerte.
Los funcionarios sospechan que el brote humano se debió a que los
lugareños
comieron primates infectados, incluyendo chimpancés, monos y gorilas.
Cuando
se matan y se descuartizan los primates para la comercialización de su
carne
en los mercados, los seres humanos entran en contacto con la sangre
contaminada. Las personas también se contagian cuando comen la carne
infectada.
—Relación del ébola con la carne de bosque, www.janegoodall.net

Se cree que una subespecie de chimpancé de África central occidental
podría ser la fuente original de la epidemia de VIH/SIDA, y que la
transmisión del virus, un virus de inmunodeficiencia símico (SIV), a
los
seres humanos fue el resultado de la exposición de los cazadores a la
sangre
de los chimpancés.
—Jane Goodall, conferencia en la Harvard Medical School, 2002

Las enfermedades del modo de vida, especialmente las coronarias, no
eran
consideradas un problema “ambiental” hace una generación. Pero hoy es
evidente que la mayoría de los problemas de salud pública son
ambientales, y
no genéticos, o de la naturaleza humana. Además, la mayoría de las
enfermedades evitables son el resultado de las complicadas relaciones
entre
los seres humanos y su medio ambiente, y no de causas singulares. Las
enfermedades coronarias se vinculan con la obesidad resultante del
consumo
excesivo de azúcar, sal y grasa (especialmente grasa animal) y de la
falta
del ejercicio resultante de un diseño urbano basado en el automóvil.
Los
problemas ambientales del crecimiento suburbano, la contaminación
atmosférica, el consumo de combustibles fósiles, y las malas políticas
de
uso del suelo, son también factores que agravan las enfermedades
cardíacas y
el cáncer.

La ironía del sistema de producción de alimentos es que millones de
consumidores adinerados en los países desarrollados mueren de las
enfermedades de la opulencia, los ataques cardíacos, las apoplejías, la
diabetes y el cáncer, causadas por atiborrarse de carne de res y de
otros
animales, alimentados con cereales y soja, mientras que los pobres del
Tercer Mundo fallecen a causa de las enfermedades de la pobreza, porque
se
les niega el acceso a las tierras para cultivar los cereales con que
alimentar directamente a sus familias.
—Jeremy Rifkin, Los Angeles Times

¿Quién dice que la carne es rica en grasas saturadas? Esta campaña
de alimentación políticamente correcta es sólo otro ejemplo de la
dictocracia de la dieta que trata de dirigir nuestras vidas.
—Sam Abramson, Presidente, Springfield Meats

La carne aporta un porcentaje muy importante de las grasas saturadas
en la dieta estadounidense.
—Marion Nestle, presidenta del Departamento de Nutrición de la
Universidad
de Nueva York

No sólo la mortalidad por enfermedades coronarias es más baja en los
vegetarianos que en los no vegetarianos, sino que además las dietas
vegetarianas han tenido también éxito en frenar las enfermedades del
corazón. Los datos científicos demuestran una relación positiva entre
la
dieta vegetariana y la reducción del riesgo por obesidad, enfermedades
de
las arterias coronarias, hipertensión, diabetes, y algunos tipos de
cáncer.
—Asociación Dietética Estadounidense

Es un gran devorador de carne de buey. Creo que le ha dañado el
ingenio.
—William Shakespeare en Twelfth Night

La edad media (longevidad) de una persona que come carne es de 63
años. Estoy a punto de cumplir 85 y todavía trabajo tan duro como
siempre.
He vivido mucho tiempo, lo suficiente, y estoy tratando de morir; pero
sólo
no puedo hacerlo. Un filete de carne sería suficiente; pero yo mismo no
puedo persuadirme de tragarlo. Temo vivir para siempre. Ésa es la única
desventaja del vegetarianismo.
—George Bernard Shaw (1856 - 1950)

La pérdida de biodiversidad y la amenaza de extinción: por encima de
toda la
destrucción de los bosques y praderas a causa del ganado vacuno, y la
creación de zonas muertas oceánicas a causa del vertido de residuos
ganaderos, el creciente tráfico de la carne de bosque está diezmando
las
escasas poblaciones de gorilas, chimpancés, y otros primates. (Una foto
que
recibimos pero decidimos no imprimir muestra la cabeza cortada de un
gorila
en una canasta de comida sobre un racimo de plátanos). A medida que
crece la
población, las poblaciones pobres se aventuran en las reservas de flora
y
fauna buscando carne, y cada vez menos para su propia subsistencia. En
estas
áreas, no basta con decir que “coman menos carne”. Aquí, la solución a
largo
plazo dependerá de lograr frenar la construcción de pistas forestales
para
la tala de árboles (que facilita la invasión por cazadores) y una mayor
protección contra la caza furtiva y la comercialización de la carne de
bosque. Igualmente requerirá una distribución más equitativa de los
alimentos, y de los ingresos con que adquirirlos.

El problema se agravó en los últimos 10 años, cuando las grandes
empresas multinacionales, especialmente europeas, abrieron pistas
forestales
en los bosques de África Central. Los cazadores de las ciudades se
desplazan
en los camiones madereros. Disparan a todo, desde elefantes a gorilas,
chimpancés, bonobos, monos o aves. Los ahuman, los cargan en los
camiones y
los llevan a las ciudades, donde no sirve de alimento para las personas
hambrientas, sino a los más ricos, que pagan más por la carne del
bosque que
por la de los animales domésticos. A los cazadores pigmeos, que han
vivido
en armonía con el mundo del bosque durante siglos, se les proporcionan
armas
de fuego y munición, y se les paga por abastecer de carne a los
campamentos
madereros. Y eso es totalmente insostenible.
—Jane Goodall en Benefits Beyond Boundaries, documental de Television
Trust
for the Environment emitido por la BBC en 2003

Los animales han desaparecido, el bosque está silencioso, y cuando
se vayan los campamentos madereros ¿qué dejaran a los pueblos
indígenas?
Nada.
—Jane Goodall en Benefits Beyond Boundaries

Albert Einstein, más conocido por sus trabajos en física y matemáticas
que
por su interés por el mundo viviente, una vez dijo: “Nada beneficiará
tanto
a la salud humana y aumentará las oportunidades de supervivencia de la
vida
en la Tierra como una dieta vegetariana”. No creemos que sólo se
refería a
la alimentación. En este artículo no hemos dicho nada sobre el papel de
la
carne en la dieta, aunque habría mucho que decir, además de las
enfermedades
del corazón. Tampoco hemos abordado la ética del vegetarianismo, o los
derechos de los animales. El propósito de esas omisiones no es hacer
caso
omiso de esas preocupaciones, sino señalar que sólo en base a
fundamentos
ecológicos y económicos, comer carne es ya una amenaza para la especie
humana. La era de una alimentación basada fundamentalmente en la carne
pasará, al igual que el petróleo, y ambos declives están estrechamente
relacionados.

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Los primates como carne de bosque
por Jane Goodall

En 1960 empecé a estudiar los chimpancés de lo que ahora es el Parque
Nacional Gombe en Tanzania (entonces Tanganyika). Durante 44 años de
estudio
ininterrumpido, nos hemos asombrado al encontrar que somos tan
semejantes a
los chimpancés, tanto biológicamente como en el comportamiento. Su ADN
es
diferente al nuestro en sólo un 1 por ciento y pueden infectarse de
todas
las enfermedades contagiosas humanas. Los cerebros de los chimpancés y
los
seres humanos son anatómicamente similares, y los chimpancés tienen una
capacidad intelectual que se creía sólo propia de los seres humanos.
Muestran emociones muy similares a lo que llamamos felicidad, tristeza,
miedo o desesperación. Hay un periodo de cinco a seis años, cuando el
pequeño chimpancé depende de la madre, donde el aprendizaje social se
produce no sólo a través del ensayo y el error sino también, como en
los
seres humanos, a través de la observación, la imitación y la práctica.
Se
desarrollan fuertes lazos afectivos y perdurables, y el pequeño
chimpancé
podría morir de tristeza tras la muerte de su padre, o su madre, aunque
fisiológicamente fuera capaz de sobrevivir por sí mismo sin su leche.
Es
triste descubrir que los chimpancés, que tanto nos han enseñado sobre
nuestro lugar en el mundo animal, están desapareciendo de la
naturaleza.
Hace un siglo, debía haber aproximadamente 2 millones en África. Hoy,
quedan
como mucho 150.000. La disminución es atribuible en parte a la
destrucción
de su hábitat, a medida que las poblaciones humanas aumentan y
necesitan más
tierras para cultivos, pastos y asentamientos.
Pero la mayor amenaza es el comercio de carne de bosque, la caza
comercial
de animales salvajes para alimento. Durante cientos de años los pueblos
indígenas vivieron en armonía con su mundo del bosque, matando sólo los
animales necesarios para alimentar a sus familias. Ahora, las cosas han
cambiado. En los ochenta las empresas madereras extranjeras se mudaron
a las
últimas fronteras de las grandes selvas tropicales africanas. E incluso
si
practican la supuesta “selvicultura sostenible”, abren los bosques con
sus
pistas forestales. Éstas son el problema. Los cazadores van en los
camiones
madereros hasta el final de un camino y disparan a todo, desde
elefantes y
chimpancés a antílopes, aves y reptiles. La carne es cortada, ahumada y
transportada a las ciudades. Allí, la élite urbana pagará más por la
carne
de bosque que por el pollo o la cabra. Es su preferencia cultural.
El comercio no es sostenible. Y la situación empeora porque se paga a
los
cazadores indígenas para que cacen para los campamentos de tala de
árboles,
donde trabajan tal vez más de 2.000 personas que antes no vivían allí.
El Instituto Jane Goodall es una de las siete ONG que forman parte de
la
Sociedad del Bosque de la Cuenca del Congo que, con financiación de EE
UU y
la Unión Europea, trata de reducir el comercio de carne de bosque.
Trabajamos con otras ONG, funcionarios públicos, agencias donantes y
empresas madereras y mineras. Tratamos de educar e involucrar a la
población
local, ayudando a mejorar sus condiciones de vida (como hacemos con
nuestro
programa TACARE alrededor de Gombe).
Si el comercio de carne de bosque continúa al ritmo actual, los grandes
simios podrían extinguirse en la cuenca del Congo en los próximos 15
años,
al igual que otros animales. A menos que tengamos éxito, casi todos los
maravillosos animales de la cuenca del Congo se extinguirán. No debemos
dejar que esto ocurra.
En nuestro trabajo nos ayudan los más de 115 pequeños chimpancés
huérfanos
de nuestro asilo de Tchimpounga. La mayoría de sus madres fueron
tiroteadas
para ser comidas. Animamos a las poblaciones locales, especialmente los
escolares, a visitar el asilo. Y cuando los visitantes ven como
nuestros
chimpancés se abrazan, se besan y se sujetan las manos, usando objetos
como
herramientas, y cuando miran fijamente dentro de sus ojos, de cerca, se
dan
cuenta de cómo se parecen a los seres humanos. A muchas visitantes,
cuando
parten, se les ha oído decir que no volverán a comer chimpancé nunca
más o
visitar un restaurante que sirva carne de chimpancé. Estos huérfanos
son
realmente embajadores de sus parientes salvajes.
Hay otras razones para la esperanza, a medida que más y más personas de
todo
el mundo comienzan a comprender el peligro y quieren ayudar. Si
perdemos la
esperanza, perderemos la lucha, porque sin ella caeremos en la apatía,
y se
seguirá comiendo a nuestros parientes vivientes más próximos en la
naturaleza hasta que se hayan extinguido.
FUENTE: JOSÉ SANTAMARTA

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