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LOS VERDES DE COLLADO VILLALBA "EQUO COLLADO VILLALBA"

ANATOMIA DE CONSUMO

ANATOMIA DE CONSUMO Anatomía del consumo
Ésta es la sociedad del consumo en su estado puro, da igual que el sueldo no alcance, siempre se puede recurrir al aplazamiento de pagos o al crédito

Con sumo gusto consumo y gasto

Trabajar para irnos de vacaciones e irnos de vacaciones para descansar y poder seguir trabajando. Los habitantes de los países desarrollados nos hallamos inmersos en círculos viciosos como éste, que siempre giran en torno a un mismo eje: consumir. Esta es la sociedad de consumo, en estado puro, en la que los hábitos compulsivos por fundir paga y tarjeta cada vez son más notorios. Gastamos más de lo que ganamos y caemos, una y otra vez, en la tentación. Hay que seguir comprando para seguir viviendo.

Grandes almacenes, pequeños comercios, mercados, restaurantes, centros de ocio, ... casi siempre llenos de personas consumiendo. ¿Alguna vez se ha preguntado de dónde saca la gente el dinero para seguir comprando y comprando, cuando a usted la nómina no le llega ni a la mitad del mes? Dicen los expertos que el primer mes del año ha sido desbancado del deshonroso puesto de ser el que proporciona más quebraderos de cabeza da a los españoles, en cuanto a liquidez se refiere. Ya no hay cuesta de enero, ahora es septiembre el mes en que tenemos que tirar más de tarjeta para hacer frente a la vuelta al colegio de nuestros pequeños y los gastos que genera. La paga extra se gastó en las vacaciones de verano y no da para más. Sin embargo, la paga de Navidad aún les sirve a muchos para sobrevivir a Papá Noel, los Reyes Magos, las decenas de comidas que hay en esas fechas. Algunos han podido ahorrar algo este año, son un 37´9 por ciento de las familias españolas, la cifra más alta desde 2001. Curiosamente, los madrileños, junto con los canarios, son los más ahorradores, según el Instituto Nacional de Estadística. Pero el resto de los hogares de nuestro país no tiene tanta suerte. Un 55 por ciento pasa dificultades para llegar a fin de mes. En cuanto a las familias de la Comunidad de Madrid, sólo un 15 por ciento confiesa que pasa el mes con mucha facilidad. ¿Es ese 15 por ciento el único que llena los comercios de Madrid? La respuesta es obvia. Tal y como indica el INE (Instituto Nacional de Estadística), los madrileños se sitúan en el segundo lugar en el escalafón de consumidores, precedidos por los navarros. Los que menos abren la cartera alegremente, según las encuestas, son los extremeños.

¿En qué se nos va el dinero?

A la hora de gastar, uno de los condicionantes es el estado de la economía nacional. Un 44,9 por ciento de los hogares españoles considera que el momento actual es adecuado para realizar compras importantes, excluyendo la vivienda. El gasto en bienes y servicios ha experimentado un crecimiento del 3,9 por ciento durante el tercer trimestre de 2004, si bien en alimentos hemos gastado menos. Todo ello ha supuesto que el consumo crezca a un ritmo del 4 por ciento. Pero, aparte de la vivienda, ¿en qué gastamos nuestro dinero?. En alimentos, bebidas y tabaco sólo dedicamos un 20 por ciento de lo que ganamos, el resto se va en bienes y servicios. Según la Organización de Consumidores (OCU) no todos tenemos los mismos hábitos de consumo. Existen dos tipos de cestas de la compra, las que no miran el precio y son fieles a las marcas, y la denominada económica, es decir, los "no marquistas", que están empezando a ser la mayoría. Son los que buscan los precios más bajos. Las dos Castillas, Aragón, Asturias, La Rioja y Galicia, son las comunidades autónomas más baratas para la adquisición de la cesta de productos de marca. En Madrid es posible ahorrar hasta 1.200 euros anuales, siempre que una familia compre en el establecimiento más barato.

La Visa alegre

En lugar de ahorrar, los españoles nos endeudamos cada vez más. Según la Confederación Española de Amas de casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU), éste es un problema cada vez más preocupante en la Unión Europea y su prevención es una de las prioridades de la política de defensa del consumidor para los próximos años. Los datos del Banco de España referentes al porcentaje de endeudamiento de las familias españolas, en el tercer trimestre de 2004, éste alcanzó el record histórico de 575.000 millones de euros, aproximadamente, lo que supone un 73,6 por ciento del PIB. La mayor parte de esta cifra se debe a créditos a largo plazo, principalmente destinados a fianaciar la adqusición de una vivienda.

En nuestro país, la vivienda supone un endeudamiento tan considerable para el consumidor que si se contraen otros pagos aplazados sin la debida reflexión se puede producir un alto sobreendeudamiento. Desde AUSBANC (Asociación de Usuarios de Banca) se indica que actualmente el índice de morosidad es muy bajo en nuestro país, un 0,6892 por ciento. Eso quiere decir que los españoles pagan sus deudas.

Pero, cada vez más, tiramos de tarjeta de crédito. Da igual si llegamos o no a fin de mes, si nuestra nómina da para mucho o para poco. Todos consumimos. La diferencia radica en cuánto estamos dispuestos a empeñarnos, cuántos intereses queremos abonar a los bancos u otras entidades financieras por utilizar los pagos aplazados o por contraer créditos personales. Según datos facilitados por AUSBANC en España existen, aproximadamente, 60 millones de tarjetas bancarias. Para hacernos una idea de hasta dónde se estira el dinero de plástico, basta con tener en cuenta que el volumen anual de negocio de las tarjetas se aproxima a los 120.000 millones de euros, con unos beneficios para las entidades financieras que sobrepasan los 2 mil millones de euros.

En el último año, las compras mediante tarjeta de crédito se incrementaron un 18 por ciento . Es difícil conocer el dato de las suministradas por los grandes almacenes, pero se calcula que rondan los 10 millones y cada año el número va en aumento, pues ayudan al usuario a llegar a fin de mes y a llenar su cesta de la compra sin esperar a cobrar la nómina. La situación ha llegado a un punto en que muchos bancos han tenido que cambiar su política de cobro de las hipotecas. Éstas se pasaban entre el uno y el diez de cada mes. Ahora, son cada vez más los bancos que no dejan pasar el último día hábil del mes en curso, a sabiendas de que si no lo hacen así, la tarjeta de crédito se lleva un buen porcentaje y la cuenta queda sin recursos suficientes para afrontar la mensualidad de la hipoteca. Tarjetas de todos los colores y condiciones, cada vez más sofisticadas y con campañas de marketing más agresivas y sutiles salen al mercado. Frases como "Piensa un deseo. Nosotros te lo financiamos", o "Compres lo que compres con la tarjeta, pagas la tarifa plana que elijas", nos hacen caer en la tentación de poseer una tarjeta de la felicidad para poder comprar aquello que deseamos y pagarlo con o sin intereses, dependiendo de los plazos que hayamos contratado con el banco o el comercio. Algunas entidades, incluso, las envían a sus clientes sin que éstos las hayan solicitado, aunque, según advierten desde AUSBANC, en la voluntad de cada uno está el rechazarlas.

En Navidad y en rebajas, las tarjetas de crédito echan humo, igual que los cajeros automáticos. La previsión para este año es un aumento del 5 por ciento de las ventas respecto al anterior y un gasto medio por comprador de unos 200 euros. También se dispara por estas fechas el consumo sin control. La Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) se hace eco de un estudio europeo que ha llegado a la conclusión de que la tercera parte de los consumidores adultos europeos tiene problemas de descontrol en la compra o en el gasto. El estudio revela que el porcentaje de adicción consumista es ligeramente superior en las mujeres que en los hombres.

El consumo del siglo XXI

Otro estudio es el que ha realizado el Instituto Nacional de Consumo (INC) sobre las tendencias del consumidor en el siglo XXI. Según el informe, los españoles nos vamos a gastar más dinero en viajes, vacaciones, telefonía, cultura, formación, estudios, libros, periódicos, revistas y ocio. También vamos a incrementar el gasto en decoración y en amueblar el hogar. Compraremos más microondas, lavavajillas y cocinas vitrocerámicas. Descenderá el gasto en alimentación, aunque éste estará supeditado a la evolución de la economía; si ésta va bien, el gasto en alimentos subirá. A medida que avance el siglo, los clientes leales a una marca o establecimiento serán una minoría. Cada vez, más valoraremos la agrupación de todos los servicios en una misma superficie comercial para hacer una compra rápida y poder disfrutar del ocio en el mismo sitio. Las tiendas de segunda mano irán en aumento. Las compras por medios telemáticos subirán de manera paulatina. El gran boom vendrá a través de los centros de comunicación domésticos, sobre todo por los televisores digitales. En general, habrá una falta de crecimiento en el consumo de alimentos y textil. El dinero de los consumidores será destinado a ladrillos, hipotecas y suministros, pero también a transportes, telecomunicaciones, ocio y salud. Esta circunstancia explica que los hipermercados rodeen sus negocios tradicionales con oficinas bancarias, agencias de viajes, parafarmacias y centros de estética. El servicio a domicilio será una demanda creciente. Los niños y los jóvenes tendrán una gran influencia en las compras porque estarán más informados y especializados. En cuanto al ahorro, éste dependerá de la oferta de tipos de sistema financiero. La banca telefónica o por Internet tendrá un gran potencial entre la población, sobre todo entre los jóvenes. La utilización de las tarjetas de pago y monedero será de utilización masiva, con independencia del importe de la compra.

En resumen, los hábitos consumistas son inherentes a esta sociedad en la que nos ha tocado vivir. Estamos girando en torno a una rueda en la que, a través de la publicidad, se crea la necesidad de poseer bienes y si el sueldo no da para más, siempre habrá algún alma caritativa dispuesta a poner en nuestras manos el sistema adecuado para comprar sin dinero, a plazos, a crédito, como sea; el caso es consumir, porque si se para la rueda el mundo en que vivimos también se detendría.

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