LA IRRESPONSABILIDAD ESPAÑOLA ANTE EL CAMBIO CLIMATICO
En el mismo artículo ya citado, y siguiendo el mismo razonamiento se recuerdan las palabras del Secretario de Estado para el Cambio Climático, el Sr. Aizpiri que afirmaba: "No está escrito en ninguna parte que un mexicano tenga que emitir la cuarta parte que sus vecinos del norte. A largo plazo, un ciudadano chino tiene el mismo derecho a consumir energía y a contaminar que un americano".
¡Que escandalosa declaración de un alto responsable gubernamental de las políticas contra el cambio climático! Cuando se valora desde el cómputo global de las emisiones sobre el planeta y desde el enorme daño biofísico que generan en los sistemas vivientes, lo lógico sería pedir tanto a los chinos como a los americanos que ¡¡dejaran de contaminar tanto!!
En definitiva, el gobierno español pone por delante los estrechos y particularistas intereses económicistas del propio estado nación, y al tiempo ignora y elimina por completo los objetivos de supervivencia colectiva que fundan a las mismas políticas de emisiones fruto del compromiso de Kioto: el esfuerzo colectivo por salvar el clima común, por encima de comparaciones estatales, y más allá de las relaciones y acuerdos bilaterales o multilaterales entre estados y países.
En todo caso, y siguiendo los argumentos empleados por el gobierno español, si realmente se quisiera ser coherente con la lógica comparativa y socialmente justa, España no debería compararse con los países más contaminantes y ricos del planeta, sino con los menos contaminantes, o con la media de emisiones per capita a escala mundial, lo que siempre nos llevaría a la misma conclusión: la necesidad del salto de la rana.
Tenemos que saltar y salirnos del camino del maldesarrollo emprendido históricamente por el mundo rico, y abandonar su maquinaria autodestructiva. Tenemos que dejar de imitarlo por anacrónico y peligroso, ya que no tiene estación de llegada y está llevando a la ruina la vida en el planeta. Si realmente queremos tener alguna oportunidad de habitabilidad humana en nuestra maravillosa y única casa terrestre, es necesario innovar y crear nuevos itinerarios sin copiar la escalada sin freno ni el mal camino ecológicamente destructivo emprendido por el mundo rico sobre-consumidor. El querer hacer las paces con el clima del planeta nos llevaría a apostar realmente por reducir las emisiones contaminantes en España a menos de la mitad de las actuales.
Hay que recordar también al gobierno de Zapatero que sus argumentos y sus tímidas políticas ambientales obvian una realidad tan central y previa como es la de que el actual desorden del clima terrestre es un gravísimo problema que no tiene ni fronteras ni refugios posibles, y que por lo tanto solo puede ser abordado de forma orquestada y supra-nacional. Las políticas ambientales circunscritas a los viejos contenedores estatalistas hoy resultan ser anacrónicas, ciegas, y zombis, porque ni de lejos pueden acertar en las soluciones que la ciudadanía y la continuidad del mundo viviente exigen.
En lugar de buscar banales excusas por los nefastos resultados y por la falta de compromiso con las exigencias de Kioto, lo que ahora exige la situación española es impulsar y liderar en Europa la protección del clima y la biodiversidad mediante ambiciosas y urgentes políticas fiscales y estructurales, que primen la eficiencia y el ahorro energéticos junto a la expansión de las energías renovables. Dejemos ya de lado las coartadas poco convincentes y asumamos nuestra cuota de responsabilidad ante este enorme desafío global que amenaza nuestra salud y supervivencia planetarias.
FUENTE: DAVID HAMMERSTEIN
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