CARTA ABIERTA A ALICIA CASTRO MASAVEU, DIPUTADA NACIONAL DEL PARTIDO POPULAR
Hace unos días, apreciada diputada, recibí la llamada telefónica de un amigo para decirme algo relacionado con usted. Mi amigo estaba, entre emocionado y alterado. Trabucándose como si fuera Manuel Fraga, me dijo lo siguiente: “¡Eugenio! ¡Eugenio! Una diputada del Partido Popular ha hecho una pregunta al Gobierno acerca de Guinea Ecuatorial que puede cambiar todo...”. Para un momento -le dije, mientras oía sus jadeos, producto de la tensión-; y ¿eso que significa...? No escuché su voz. Al otro lado de la línea telefónica –controlada por los controladores-, no se oía nada; ni tan siquiera su respiración profunda. Pensé, “a éste le ha dado una subida de tensión por mi respuesta tan cortante; o se ha enfadado y ha cortado la comunicación.”
Como si se hubiera tomado un Valium 10 o hubiera realizado una sesión de Hata Yoga, me respondió pausadamente: “No, mira, es que hay un asunto que me parece importante. Una diputada del PP, que creo que es de Orense, pues se apellida Castro, ha hecho una pregunta al Gobierno acerca de la desaparición de Severo Moto...”. Hizo una pausa y, al ver que yo no respondía, continuó: “Creo, te repito, que eso es muy importante...”.
Ahora, el que estaba a punto de explotar, de pedir ayuda a Ramiro Calle, era yo. “Mira Carlos –por decir un nombre- la formulación de una pregunta sobre algo no significa que la respuesta tenga que ser aclaratoria de nada; además es una pregunta escrita y la respuesta es, igualmente, escrita”. Presentí que Carlos debía estar desplomado. Sin querer, yo había roto sus ilusiones. Él, quizás esperaba que de esa pregunta, se iba a derivar que nuestro Gobierno tomara medidas duras, muy duras, contra el Gobierno de Guinea Ecuatorial, que podrían conducir a que Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, se viera obligado a abandonar el poder. Y, en consecuencia, se formaría un gobierno democrático, que podría hasta devolverle los bienes que sus padres, tras muchos años de trabajo en el Continente (Bata), habían logrado acumular pesetita a pesetita, y que tuvieron que abandonar tras las imprevisibles reacciones de Francisco Macías, que a su vez fueron provocadas por los enfrentamientos partidistas y nada desinteresados entre el almirante Luis Carrero Blanco y el ministro de Asuntos Exteriores, José María Castiella.
Continúo señoría. Me imaginé a mi amigo Carlos desmoronado, tirado por el suelo, desinflado... A pesar de ello, seguí con mi argumento: “Mira, Carlos, las preguntas las hacen los diputados, en primer lugar, porque va en el sueldo; en segundo lugar, porque sienten de verdad el problema. Y otras, porque el responsable del Grupo Parlamentario, les endilga la preguntita...”.
Reflexioné un momento. Recordaba a mi madre, cuando pregunta en la pescadería, “Pedro, ¿cómo está el pescado hoy?” Y Pedro, ¡qué le va a decir!, pues que es buenísimo. No le va a amargar el almuerzo diciendo que la merluza o la pescadilla han pasado por un proceso de congelación-descongelación, no se cuantas veces; que en la etiqueta de trazabilidad indica que el pescado es del Cantábrico, pero que él piensa que no...
Y Pedro, lógicamente, le contesta, “está estupendo, Paquita”. Pues igual acontece con la pregunta que usted, señora diputada por Oviedo, que no de Orense, le hizo al Gobierno.
Usted, señoría Alicia Castro, preguntó al Gobierno que explique “qué acciones va a tomar con motivo de la reciente desaparición del opositor ecuatoguineano Severo Moto”. La pregunta, nada insidiosa, iba más allá. Preguntaba al responsable del Ministerio de Asuntos Exteriores español, no al de Croacia ni al de Guinea Ecuatorial, acerca del tipo de medidas que “adoptará ante la desaparición de Moto, teniendo en cuenta que este ciudadano contaba con asilo político y residencia en España".
Señoría Alicia Castro, usted no se puede quejar. El Gobierno ha respondió con presteza. Pero los sucesos disiparon la contestación ante lo rocambolesco y la gravedad de lo acontecido.
Yo le rogaría, señoría Alicia Castro Masaveu, que lea algunos de los artículos y reportajes que aquí hemos publicado, que vea las declaraciones del señor Moto a algunas emisoras y periódicos. Entonces si que encontrará material para formular preguntas. Y quedará atónita...
Se me ocurren algunas. Por ejemplo ¿cómo es que no empluman al señor Moto por decir que había tenido información procedente del Estado Mayor del Ejército Español de que el ministro Moratinos había dado orden de eliminarle? Otra pregunta interesante: ¿Por qué el Gobierno de España le regala 29 millones de Euros a Obiang para no sé que proyectos? Esa donación la hizo el señor Moratinos en el primer trimestre de este año, cuando visitó a Obiang en Malabo.
Otra pregunta, señoría, ¿por qué el Gobierno español no presentó documentación en Ginebra, en marzo de este año, sobre la situación de los Derechos Humanos en Guinea Ecuatorial?. Se estaba desarrollando la 61ª Comisión de Derechos Humanos de la ONU y era una bonita ocasión de transformar las palabras en actos. Varias personas habían estado trabajando en esa tarea, acumulando información, recabando datos, de muertes, torturas... y luego fueron tiradas como una colilla... Todo un paripé, señoría.
Quizás cuando lea esta carta, se percate, señoría, de la importancia que tiene ser consecuente. Y yo le pido que usted lo sea, que persista en sus preguntas. Datos, si los quiere, los puede obtener con tan solo un chasquido de los dedos. Pero, claro, se puede enfrentar a Rodrigo de Rato y Figaredo, que en un acto generoso condonó la deuda que el Gobierno de Guinea Ecuatorial mantenía con España. La cantidad no es pecata minuta: 17.000 millones de pesetas.
Podría también preguntar a qué fueron las entonces ministras Ana de Palacios y Ana Pastor a Guinea Ecuatorial. No se crea eso de que iban a hacerle entrega a Obiang de dinero para ayuda a la cooperación y a firmar no se sabe que tratados. Iban a lo que iban, a que REPSOL-YPF participe en el negocio del petróleo y el gas, entre otras cosas.
Como usted sabe, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero emitió un comunicado, no se si con motivo de su pregunta o tratando de adelantarse a ciertas críticas. La nota se resume en estas líneas: “El Gobierno español ha trasladado un claro mensaje al Gobierno de Guinea Ecuatorial sobre la necesidad de reforzar los esfuerzos de lucha contra la pobreza del país”. Y en este sentido, Zapatero se atrevió a más, faltaría. Pidió a Obiang que había que "avanzar en la transparencia y la racionalidad en la distribución equitativa del gasto público". Pero la cosa no quedó ahí. El Ejecutivo español instó a Malabo a “incrementar el gasto en la atención de necesidades sociales básicas, con el fin de evitar que ésta –se refiere a la Cooperación española- tenga un carácter sustitutorio a la labor del Estado”. Así, de esta forma, el Gobierno de Zapatero considera que los fondos españoles destinados a ayudar a Guinea se podrían concentrar en la “reforma y democratización de las institucionales públicas, así como en una oferta intensificada de formación de recursos humanos del sector público y privado que permita acelerar la incorporación de Guinea Ecuatorial a la modernidad del siglo XXI".
Pero señoría, como usted sabe, el Gobierno español fue más allá en sus niveles de compromiso. Se atrevió a insistir, casi a exigir, a Obiang que es lo que tenía que hacer: “...que distribuya la riqueza que proviene de las explotaciones de petróleo y gas al conjunto de la población”.
Manda carayo, que osadía... Como osa un presidente de una nación decirle a otro lo que tiene que hacer. Aquí hay algo que se me escapa, señoría. Quizás usted tenga más información y nos lo pueda aclarar.
¿Se imagina alguien a Zapatero diciéndole a Chirac, por ejemplo, como tiene que gastar sus dineros, o qué política emplear con los corsos?
Los organismos internacionales señoría, denuncian que la bonanza económica de Guinea Ecuatorial no se ha reflejado en inversiones en infraestructuras, obras sociales, financiación de la deuda externa y formación de recursos humanos. La tasa de pobreza –mantienen esas instituciones- se sitúa en un 60 por ciento y la mayoría de los ciudadanos del país africano viven en el medio rural; carecen de sanidad, electricidad y una enseñanza medianamente normal.
Sobre la inseguridad jurídica y la represión política, tribal o como se quiera llamar, mejor es ni pararse en detalles.
Pues, señoría, si quiere, somos muchos los que estamos dispuestos a aportarle sugerencias, líneas de investigación, datos, información, para poder “hincarle el diente” a ese affaire, nunca bien explicado, entre Guinea y España.
Por ejemplo, si me permite señoría, recabe usted oficialmente el informe que elaboró la Subcomisión del Senado de EE.UU., sobre Lavado de Dinero. En ese prolijo informe podrá ver como se descubrieron las cuentas que tenían aperturadas Teodoro Obiang Nguema y Augusto Pinochet, en el Riggs Bank de Washington y como el Vicepresidente de esta entidad, Simón Kareri, transfirió fondos de una cuenta –en teoría del Gobierno de Guinea Ecuatorial- a otras en bancos españoles, como el BSCH.
Pregúntele, de momento, por todo esto al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y al ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. Y de paso, no estaría de más remontarse en las preguntas a sucesos acaecidos en etapas anteriores...
Aprovecho la ocasión, señora diputada, Alicia Castro, para pedirle que el Congreso de los Diputados y el Senado nombren una Comisión Especial para que se investiguen los temas aquí expuestos y denunciados en más de una ocasión.
Esperando, su benevolencia por lo extenso del presente texto, atentamente le saluda.
FUENTE: Eugenio Pordomingo
ESPACIOSEUROPEOS
Como si se hubiera tomado un Valium 10 o hubiera realizado una sesión de Hata Yoga, me respondió pausadamente: “No, mira, es que hay un asunto que me parece importante. Una diputada del PP, que creo que es de Orense, pues se apellida Castro, ha hecho una pregunta al Gobierno acerca de la desaparición de Severo Moto...”. Hizo una pausa y, al ver que yo no respondía, continuó: “Creo, te repito, que eso es muy importante...”.
Ahora, el que estaba a punto de explotar, de pedir ayuda a Ramiro Calle, era yo. “Mira Carlos –por decir un nombre- la formulación de una pregunta sobre algo no significa que la respuesta tenga que ser aclaratoria de nada; además es una pregunta escrita y la respuesta es, igualmente, escrita”. Presentí que Carlos debía estar desplomado. Sin querer, yo había roto sus ilusiones. Él, quizás esperaba que de esa pregunta, se iba a derivar que nuestro Gobierno tomara medidas duras, muy duras, contra el Gobierno de Guinea Ecuatorial, que podrían conducir a que Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, se viera obligado a abandonar el poder. Y, en consecuencia, se formaría un gobierno democrático, que podría hasta devolverle los bienes que sus padres, tras muchos años de trabajo en el Continente (Bata), habían logrado acumular pesetita a pesetita, y que tuvieron que abandonar tras las imprevisibles reacciones de Francisco Macías, que a su vez fueron provocadas por los enfrentamientos partidistas y nada desinteresados entre el almirante Luis Carrero Blanco y el ministro de Asuntos Exteriores, José María Castiella.
Continúo señoría. Me imaginé a mi amigo Carlos desmoronado, tirado por el suelo, desinflado... A pesar de ello, seguí con mi argumento: “Mira, Carlos, las preguntas las hacen los diputados, en primer lugar, porque va en el sueldo; en segundo lugar, porque sienten de verdad el problema. Y otras, porque el responsable del Grupo Parlamentario, les endilga la preguntita...”.
Reflexioné un momento. Recordaba a mi madre, cuando pregunta en la pescadería, “Pedro, ¿cómo está el pescado hoy?” Y Pedro, ¡qué le va a decir!, pues que es buenísimo. No le va a amargar el almuerzo diciendo que la merluza o la pescadilla han pasado por un proceso de congelación-descongelación, no se cuantas veces; que en la etiqueta de trazabilidad indica que el pescado es del Cantábrico, pero que él piensa que no...
Y Pedro, lógicamente, le contesta, “está estupendo, Paquita”. Pues igual acontece con la pregunta que usted, señora diputada por Oviedo, que no de Orense, le hizo al Gobierno.
Usted, señoría Alicia Castro, preguntó al Gobierno que explique “qué acciones va a tomar con motivo de la reciente desaparición del opositor ecuatoguineano Severo Moto”. La pregunta, nada insidiosa, iba más allá. Preguntaba al responsable del Ministerio de Asuntos Exteriores español, no al de Croacia ni al de Guinea Ecuatorial, acerca del tipo de medidas que “adoptará ante la desaparición de Moto, teniendo en cuenta que este ciudadano contaba con asilo político y residencia en España".
Señoría Alicia Castro, usted no se puede quejar. El Gobierno ha respondió con presteza. Pero los sucesos disiparon la contestación ante lo rocambolesco y la gravedad de lo acontecido.
Yo le rogaría, señoría Alicia Castro Masaveu, que lea algunos de los artículos y reportajes que aquí hemos publicado, que vea las declaraciones del señor Moto a algunas emisoras y periódicos. Entonces si que encontrará material para formular preguntas. Y quedará atónita...
Se me ocurren algunas. Por ejemplo ¿cómo es que no empluman al señor Moto por decir que había tenido información procedente del Estado Mayor del Ejército Español de que el ministro Moratinos había dado orden de eliminarle? Otra pregunta interesante: ¿Por qué el Gobierno de España le regala 29 millones de Euros a Obiang para no sé que proyectos? Esa donación la hizo el señor Moratinos en el primer trimestre de este año, cuando visitó a Obiang en Malabo.
Otra pregunta, señoría, ¿por qué el Gobierno español no presentó documentación en Ginebra, en marzo de este año, sobre la situación de los Derechos Humanos en Guinea Ecuatorial?. Se estaba desarrollando la 61ª Comisión de Derechos Humanos de la ONU y era una bonita ocasión de transformar las palabras en actos. Varias personas habían estado trabajando en esa tarea, acumulando información, recabando datos, de muertes, torturas... y luego fueron tiradas como una colilla... Todo un paripé, señoría.
Quizás cuando lea esta carta, se percate, señoría, de la importancia que tiene ser consecuente. Y yo le pido que usted lo sea, que persista en sus preguntas. Datos, si los quiere, los puede obtener con tan solo un chasquido de los dedos. Pero, claro, se puede enfrentar a Rodrigo de Rato y Figaredo, que en un acto generoso condonó la deuda que el Gobierno de Guinea Ecuatorial mantenía con España. La cantidad no es pecata minuta: 17.000 millones de pesetas.
Podría también preguntar a qué fueron las entonces ministras Ana de Palacios y Ana Pastor a Guinea Ecuatorial. No se crea eso de que iban a hacerle entrega a Obiang de dinero para ayuda a la cooperación y a firmar no se sabe que tratados. Iban a lo que iban, a que REPSOL-YPF participe en el negocio del petróleo y el gas, entre otras cosas.
Como usted sabe, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero emitió un comunicado, no se si con motivo de su pregunta o tratando de adelantarse a ciertas críticas. La nota se resume en estas líneas: “El Gobierno español ha trasladado un claro mensaje al Gobierno de Guinea Ecuatorial sobre la necesidad de reforzar los esfuerzos de lucha contra la pobreza del país”. Y en este sentido, Zapatero se atrevió a más, faltaría. Pidió a Obiang que había que "avanzar en la transparencia y la racionalidad en la distribución equitativa del gasto público". Pero la cosa no quedó ahí. El Ejecutivo español instó a Malabo a “incrementar el gasto en la atención de necesidades sociales básicas, con el fin de evitar que ésta –se refiere a la Cooperación española- tenga un carácter sustitutorio a la labor del Estado”. Así, de esta forma, el Gobierno de Zapatero considera que los fondos españoles destinados a ayudar a Guinea se podrían concentrar en la “reforma y democratización de las institucionales públicas, así como en una oferta intensificada de formación de recursos humanos del sector público y privado que permita acelerar la incorporación de Guinea Ecuatorial a la modernidad del siglo XXI".
Pero señoría, como usted sabe, el Gobierno español fue más allá en sus niveles de compromiso. Se atrevió a insistir, casi a exigir, a Obiang que es lo que tenía que hacer: “...que distribuya la riqueza que proviene de las explotaciones de petróleo y gas al conjunto de la población”.
Manda carayo, que osadía... Como osa un presidente de una nación decirle a otro lo que tiene que hacer. Aquí hay algo que se me escapa, señoría. Quizás usted tenga más información y nos lo pueda aclarar.
¿Se imagina alguien a Zapatero diciéndole a Chirac, por ejemplo, como tiene que gastar sus dineros, o qué política emplear con los corsos?
Los organismos internacionales señoría, denuncian que la bonanza económica de Guinea Ecuatorial no se ha reflejado en inversiones en infraestructuras, obras sociales, financiación de la deuda externa y formación de recursos humanos. La tasa de pobreza –mantienen esas instituciones- se sitúa en un 60 por ciento y la mayoría de los ciudadanos del país africano viven en el medio rural; carecen de sanidad, electricidad y una enseñanza medianamente normal.
Sobre la inseguridad jurídica y la represión política, tribal o como se quiera llamar, mejor es ni pararse en detalles.
Pues, señoría, si quiere, somos muchos los que estamos dispuestos a aportarle sugerencias, líneas de investigación, datos, información, para poder “hincarle el diente” a ese affaire, nunca bien explicado, entre Guinea y España.
Por ejemplo, si me permite señoría, recabe usted oficialmente el informe que elaboró la Subcomisión del Senado de EE.UU., sobre Lavado de Dinero. En ese prolijo informe podrá ver como se descubrieron las cuentas que tenían aperturadas Teodoro Obiang Nguema y Augusto Pinochet, en el Riggs Bank de Washington y como el Vicepresidente de esta entidad, Simón Kareri, transfirió fondos de una cuenta –en teoría del Gobierno de Guinea Ecuatorial- a otras en bancos españoles, como el BSCH.
Pregúntele, de momento, por todo esto al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y al ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. Y de paso, no estaría de más remontarse en las preguntas a sucesos acaecidos en etapas anteriores...
Aprovecho la ocasión, señora diputada, Alicia Castro, para pedirle que el Congreso de los Diputados y el Senado nombren una Comisión Especial para que se investiguen los temas aquí expuestos y denunciados en más de una ocasión.
Esperando, su benevolencia por lo extenso del presente texto, atentamente le saluda.
FUENTE: Eugenio Pordomingo
ESPACIOSEUROPEOS
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